Me habían elegido a mi. De entre todas las personas, a mi.
Apolo y Artemisa se encontraban delante mío, uno a cada lado y dedicándose miradas que perfectamente podrían haber matado al otro.
- No podéis llevar a cabo una guerra de tal peso, menos aún en el mundo mortal. - Mi voz sonó temblorosa con la primera palabra. - Estáis poniendo en peligro vidas inocentes y ajenas a todo esto. - Conseguí sonar firme y decidido. La mirada de Artemisa se clavaba en mi como filosos cuchillos, mientras que la de Apolo se intercalaba entre nosotros dos; a ella la seguía fulminando, a mi me dedicaba una indiferente.
- No me importan esos mortales, esto es más serio que sus insignificantes vidas. - Habló la diosa con un deje de arrogancia.
- Tú estúpida arrogancia nos ha llevado a esto, Artemisa. - Dijo el dios, mirando amenazante a Artemisa.
- Sois hermanos, comportaos como tal. ¿Qué clase de hermanos quiere formar una guerra entre ellos? - No me dieron a conocer exactamente los motivos del porque se avecinaba una guerra entre dos hermanos dioses, pero hacía todo lo que estaba en mis manos para que esto no pasara. - Me han encargado restablecer la paz entre vosotros e impedir que esta, seguramente absurda, guerra se lleve a cabo. Si yo no lo consigo, Zeus, vuestro padre, tomará cartas en el asunto. Ninguno quiere eso, ¿verdad? - Las caras de los dioses cambió radicalmente al oír el nombre de su padre.
- Este ser que todo el mundo dice ser mi hermano, ha arruinado el jardín de mi casa. Ha matado a mis preciosas plantas y flores. - Artemisa se cruzó de brazos y mientras hablaba solo miraba a su hermano, con los ojos entrecerrados y frunciendo el ceño.
- Bien, ahora expone tu motivo de querer iniciar esta guerra. - Miré fijamente a Apolo.
- Carece de lógica, ella y todas su ideas y pensamientos. No tiene ninguna prueba de que yo destrozase su feo jardín. No tiene razón en nada de lo que dice. - Se cruzó de brazos y frunció el ceño. Hacer que dos hermanos, dioses y medio adolescentes se reconciliasen estaba siendo una tarea realmente difícil.
- ¿Eso es cierto, Artemisa? - La joven diosa se quedó callada por unos largos segundos.
- Claro que no. - Se animó a hablar. - Yo sé que fue él quien arruinó mis amadas plantas. ¡Y mi jardín no era feo! - Gritó lo último a su hermano mientras se cruzaba de brazos, como él.
- ¿Estáis dispuestos, ambos, a llegar a un acuerdo? - Dije mientra veía como se mataban con la mirada. Ambos negaron con la cabeza mientras se gritaban. - Bien, entonces esto quedará en manos de vuestro padre, porque no habrá ninguna guerra en el mundo mortal. - Tras mis últimas palabras me marche, sin darlos tiempo de rechistar.
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Diciembre Dinámico
RandomAquí se encontraran los disparadores en los que he participado para "Diciembre dinámico" de AmbassadorsES.