El sol brillaba intensamente a través de los árboles. El sonido del viento silbando entre las ramas alejaba el silencio y el canto de los gorriones daba calma al lugar.
Todos los días eran iguales para Martín, el hacer sus tareas diarias acompañado solamente por el vacío del bosque se había vuelto una costumbre. Su madre difícilmente abandonaba su hogar, y su padre pasaba gran parte del día afuera trabajando o solo bebiendo con sus amigos. De Martín dependían los quehaceres externos; el cuidado de las plantas y animales, la búsqueda de leña o el ir por agua al viejo pozo, aquellas tareas no eran más que misiones que solo él debía cumplir.
Un pesado suspiro escapó de su interior al terminar de ordenar la leña en el pequeño techo junto a la bodega en el patio trasero.
Para sus catorce años era un chico bastante pequeño y débil, no representaba más de doce y su delicada complexión no ayudaba en mucho.
Dio media vuelta tras sentir el llamado de su madre, era viernes y su padre pasaría a almorzar antes de desaparecer hasta horas de la madrugada; debía confirmar que todo dentro del hogar estuviese en su lugar y limpio, incluyéndolos a su madre y él mismo. Con algo de torpeza sacudió su ropa y corrió a la entrada de la cocina, su madre lo esperaba con una débil sonrisa.
—Ya me encargué del orden, corre y date una buena ducha —dijo suavemente al tiempo en que acariciaba la mejilla del pequeño.
El chico asintió una vez con mirada seria, sintiendo como su corazón se agitaba ante el tacto de su madre. Hecho esto avanzó rápidamente al baño, haciendo una pausa frente al espejo. Su párpado seguía abultado desde la noche anterior y el miedo por recibir otra golpiza comenzaba a aflorar en su interior.
—No, no, no —repitió para sí mismo golpeando el costado de su cabeza. —No va a pasar, tranquilo. No va a pasar.
Si lo hará.
Una voz respondió a los lejos ante la cual Martín abrió sus grandes ojos grises, buscando asustado su punto de origen, pero como en otras ocasiones únicamente se encontró a si mismo en la habitación.
Dio media vuelta dejando atrás la pálida imagen de su rostro y se alistó tan rápido como pudo, específicamente hoy no podía salir nada mal. Cada detalle importaba.
Minutos más tarde todo estaba listo y, como si estuviese perfectamente sincronizado, el resonar de las llaves en la puerta hizo su aparición justo al momento en que el chico miraba nervioso en dirección a la misma.
Solo el brusco sonido de los las sucias botas contra el viejo suelo de manera se atrevían a hacer ruido mientras el malhumorado hombre era atendido de manera cuidadosa. Era sencillo, más o menos, recibir la chaqueta y colgarla, ir por la comida y tomar asiento a su lado para finalmente cenar como lo haría una familia normal.
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m a r t í n
General FictionMartín es un niño casi normal con un pasado casi problemático; él nunca existió y a pesar de eso lo hace. ¿Cómo? Ni él lo sabe.