~¿CÓMO ESCAPAR?~

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La cabeza me bombeaba con fuerza, poco a poco mi consciencia llegaba y el dolor también, comencé a sentir como si algo me estuviera sujetando con fuerza.
Abrí los ojos dolorosamente y para mí sorpresa estaba con las manos atadas a una mesa, estaban tan apretadas que me dificultaba la respiración.
Agitada por la incomodez que sentía atrapada con aquellas cuerdas grandes y ásperas, no pude darme cuenta realmente de lo que estaba pasando.
Inhalé y exhalé lentamente para poder relajarme, cuando al poco tiempo conseguí tranquilizarme, observé con todo detalle la habitación donde me encontraba.
Era pequeña con una luz tenue, solo había una cama metálica con unas sábanas manchadas por el polvo, una mesa pequeña metálica donde poder comer lo que me traen y una silla de acompañamiento para no comer de pie. Pero más bien que habitación, una celda cutre en los calabozos donde a saber cuanto tiempo me tendrán aquí esperando a que me saquen.
Mientras los pensamientos corrían por mi mente, un hombre robusto de piel morena, pelo largo castaño y ojos alvino, vino a por mi, me abrió la celda y tras eso empezó a tartamudear en voz baja unos párrafos en una lengua desconocida para mí.
Me miró con aires de ignorancia como si fuera una pulga más a la que pisar, bajé la cabeza para no mirarlo, pues sus ojos me perturbaban.
Era como si intentarán entrar al rincón más oscuro de tu alma para saber todos tus sucios y tenebrosos recuerdos.
Sin saber cómo, las apretadas cuerdas grandes y ásperas se fueron aflojando solas una por una, por fin podía sentir con paciencia como la circulación pasaba por mis muñecas y manos, me intenté levantar cuidadosamente evitando hacerme más daño del que tenía ya, pues ya tenía muy mala suerte como para que me pasase algo más.
Cerré los ojos un instante para recordarme que debía mantener la calma porque si no, me costaría salir mucho más tiempo de ahí.
El hombre cerró la puerta de la celda detrás de mi, tratando de no asustarme, no lo miré.
-Muchacha no te asustes, no soy yo él que te va hacer la renovación.
-...
Decidí no confiar y callarme, sería más sencillo si yo voy a mi marcha.
Lentamente fuimos llegando al pie de unas escaleras en las que teníamos que subir.
-Tú primero.
-...
Seguí sin decir ni palabra...
-Sé que por la situación en la que estás, no te fías. Pero hace unos años yo estuve en tu posición y no fue para nada peor de lo que me imaginaba.
-...
-¿No vas ha decir nada?
-...
Mis ojos seguían sin encontrarse con los suyos durante un buen rato, pues algo de él me sonaba y me aterrorizaba sin explicación alguna.
-¿No te parece un poco borde?
-...
-Bueno vale, si lo quieres así.
Subimos las escaleras y llegamos a un enorme pasillo oscuro, no veía nada...
De repente una cosa extraña alumbrando luz azul salió tras otra, haciendo que toda la sala se iluminará y con ello creará un camino.
-Desde aquí tendrás que ir tú sola.
-¿Qué son?
-Pero si sabes hablar, que sorpresa.
-...
-Vale te digo, son safáiris, criaturas de la Luz. Son seres libres pero su lugar está junto a las brujas, ellas los protegen de otras criaturas, así todos salimos ganando, ellos viven y nosotros ahorramos luz.
-...
Asentí con la cabeza para que viera que me había enterado mientras observaba aquellas criaturas tan pequeñas.
-Espero que la próxima vez que nos veamos me hables más, que no muerdo.
El estúpido comentario acompañado de su risa de demonio me dieron ganas de escupirle en la cara , pero no lo hice y me incorporé para entrar al pasillo por el caminito.
Por mucho que intentará arreglarme antes de entrar, era imposible. Mi camiseta de tirante blanca con la chaquetilla negra y los vaqueros azul oscuro estaban hechos un pincel, sin hacer mención de mi pelo que estaba enredado y sucio en una coleta improvisada que me había hecho un día antes viendo la tele en mi casa.
Miré mis pies con los calcetines grises manchados, al menos eran algo gruesos con la base de puntitos para andar, era sencillo correr también con ellos.
-Adiós e... Y de nada..
-Gracias.
Ni lo miré, ni reaccioné, ni esperé nada de él, pues me parecía una persona muy peculiar pero a la vez con alma de demonio.
Empecé a caminar por aquel sendero del lugar sin darme la vuelta para mirar si seguía ahí aquel chico y cada paso que daba, una luz se expandía he iluminaba toda su zona, poco a poco me iba quedando atónita por lo que estaba presenciando, las paredes eran de un dorado apagado, como si las ramas que las tapaban las hubieran ido destiñendo lentamente,el suelo era de baldosas negras de madera, y las ventanas estaban tapadas por enredaderas.
Cuando acabé el sendero llegue a una especie de puerta enorme, su madera de un color marrón oscuro y en el centro en grande había una especie de luna teñida de morado.
Lo admiré un instante y sin pensarlo ni esperarlo se habrió la puerta de par en par dejando vista a una sala.
Las paredes y los suelos de la sala eran de un negro apagado, las enredaderas y ramas tapaban todo junto a las ventanas, igual que en el pasillo, no tenía claro de dónde salían, pero ahí estaban.
De repente otro safáiris apareció, pero este era de luz blanca y se colocó en el centro de la sala arriba del todo, junto con ello, en la sala se izo la luz y sin esperarlo me quedé paralizada, en aquella sala se encontraba un altar donde había tres muertos a un lado secos de sangre.
-Que... coño.
Cada segundo que pasaba ahí, me aterrorizaba más, la luz se izo más fuerte y vi un grimorio, frascos de líquidos, ramas, flores... Y un cáliz con brasas dentro, todo esto estaba encima de un mantel rojo con otra vez ese símbolo de la luna.
Me di media vuelta sin mirar más he intenté salir, pero era tarde, una sombra con túnica roja se acercaba a mi con pasos amenazantes, otra vez con ese dichoso símbolo de la luna morada que cuanto más tiempo pasaba aquí viéndolo más me ponía los pelos de punta..
Al parecer era especial aquel símbolo porque estaba por todos lados mareandome más la cabeza.

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2021 ⏰

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Marianne MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora