Cordón de tres dobleces

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Marzo 2019.

—¿Cuándo?

Los morenos se encogieron de hombros, mientras el rubio, que sentado se rascaba la nuca, nervioso, se preparaba psicológicamente para el revuelo que su prometida estaba a punto de crear.

Marinette se giró al chico, mirándolo con sorpresa, precaución y hasta cierto punto, molestia.

—¿No te fijaste en la fecha? —le cuestionó.

¿Había alguna manera de justificarse? Tranquilamente extendió toda tarjeta y su mano para firmar cheques y cubrir gastos.

—No —admitió, sonriendo sin despegar los labios.

Se podía sentir un ambiente tenso y una risita aguda que intentaba colarse por ahí, pero no era lo suficientemente valiente para asomarse.

—Lo sentimos mucho, Marinette. Es nuestra culpa, Nino y yo lo aceptamos —habló Alya, sintiéndose mal de haber arruinado el gran día de su amiga: el día de su boda.

—Sí, por favor, perdónenos, fueron muchas cosas y se nos fue —habló tranquilamente el moreno, haciendo contacto visual con su mejor amigo, quien era con el que más se sentía comprometido, y tranquilo, pues, a decir verdad, a Marinette no es que la conociera tanto, y podría estar justo ahora, molesta—. Ambos lo hablamos y estamos de acuerdo en dar la parte económica que... se puede perder por este desliz.

Las facciones de la mujer oriental se relajaron, echando una mirada a su prometido que parecía estar pensando lo mismo de ella.

¿Era necesario hacer sentir mal a sus amigos hasta ese punto?

Sonaba más como que su ayuda fuera una tortura. Marinette soltó un suspiro y ladeó, apenada la cabeza. Fue entonces que sintió la mano de su marido posarse sobre la ella y dedicarle una sonrisa complaciente y serena, haciéndole saber que él no encontraba ningún inconveniente ante aquella desastrosa situación.

—Está bien, Marinette, yo no tengo ningún problema con esto —le dijo finalmente, sosteniendo su mano con firmeza— si tú quieres, podríamos cancelar todo y empezar los planes nuevamente.

Ha hecho una mueca— No, ha sido muchísimo dinero invertido... —atisbó, apenada. Dirigiendo su mirada a la pareja que tenían al frente, sentada en el sofá— y sé que lo que pasó no fue de adrede. Nos han apoyado mucho a Adrien y a mí con esto. Y se los agradecemos de todo corazón, no tienen que pagar nada ni devolvernos ningún dinero.

Nino ha sido quien se lo tomó de la mejor manera, soltando un suspiro de alivio y casi limpiándose la frente por el sudor que le estaba escurriendo desde hace rato. ¡¿De dónde sacaría más de 100 mil euros?! Su mejor amigo seguramente eso era lo que ganaba en medio año, él ni en toda su vida podría reunir tal cantidad.

Alya, le dio un codazo por su actitud imprudente, y posó su vista en la joven pareja, aún tímida por lo ocurrido.

—Entonces... ¿Qué todo continúe?

Marinette mordió su labio, dubitativa. Es que, ¿quién querría ir a una boda en Año Nuevo? ¿No prefieres estar con tus seres queridos para la cuenta regresiva? En vez de estar en una fiesta donde el 50 porciento de la gente no la conoces.

—Pero... ¿y si nuestros invitados no pueden ir? —le preguntó a Adrien, claramente entristecida.

Adrien no hubiera comprendido la importancia y el valor que representa una boda para mujer, sino estuviera a punto de casarse con la mujer más dulce que haya conocido, y no es tanto por la enorme planeación que se ha hecho con meses de anticipación, es por la alegría, la emoción y aquel brillo en los ojos de Marinette que ha mostrado en los últimos meses.

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⏰ Última actualización: Jan 03, 2020 ⏰

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