Uno.

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Bien. ¿Dónde era qué me dijeron qué tenía que ir? Diablos... Ya me olvidé. Me di vuelta mas avergonzada que nunca para volver a la oficina del director hasta que me di cuenta de algo. ¿Dónde estaba la oficina?

Caí rendida junto con un aura deprimente. ¿Por qué tengo qué ser tan olvidadiza?

— Hey... ¿Te sucede algo?

Levanté la cabeza para mirar al propietario de aquella voz. Era un chico con dientes puntiagudos y cabello de un color rojo intenso. Le sonreí nerviosa.

— M-me perdí. — Exclamé un poco bajo, pero seguro me escuchó.

— ¿Te dijeron a dónde tenías que ir?

— M-me olvidé. — Me hice bolita en el suelo. Doy pena.

— Uh... ¿No te dieron algo, la dirección? O algo parecido.

— Eh... — Me quedé pensando hasta que vi algo escrito en mi muñeca. Giré esta hasta que pude leer. — Salón 1A.

— ¡Ese es mi salón! — Dijo alegre.

— ¿Me podrías enseñar dónde está?

— Claro. ¡Ven, sígueme!

Estiré mis manos ante el chico, esperando a que entienda.

— Oh, claro. — Tomó mis manos y me tiró, dejándome de pie.

— Gracias... Oh, por cierto. Me llamo Akiyama Hatsu, mucho gusto.

— Me llamo Eijiro Kirishima. El gusto es mío. — Me sonrió. Le devolví la sonrisa.

Aw, a simple vista es un chico muy tierno y amable. Y apuesto mi vida a que siempre es así con todos.

Mientras íbamos directo al salón intentaba memorizar por dónde pasábamos.

— Hatsu, ¿Cuál es tú quirk?

— ¿Y-yo? — Pregunte apuntandome a mi misma con mi dedo índice.

— No conozco otra Hatsu. — Rió.

— Oh, ¿En serio? Me gustó ser la primera Hatsu en tú vida. — Le dije amistosa, evadiendo el tema. Cosa que logré.

— Ya, dime, ¿Cuál es tú quirk?

Mierda.

— Bien... Mi familia está más revuelta que una ensalada. Tengo dos quirk. — Le conté a Eijiro.

— Oh, ¡Eso es muy genial, Akiyama-Chan!

Le sonreí nerviosa y asentí lentamente.

— Son dos totalmente diferentes, de polos opuestos. Intencidad, cómo el nombre lo dice, puedo aumentar mi fuerza o velocidad. Y el otro es Tóxico. Al hacerme tronar un dedo, puedo hacer que el oxígeno sea tóxico, creo que madre me ha dicho que también puede servir en algo líquido. — Expliqué lo mejor que pude.

— ¡Te admiro! — Exclamó feliz con una amplia sonrisa.

— A-ay... Q-que lindo eres Eijiro-Kun. — Exclamé con los mofletes más rojos que el mismísimo color de cabello del chico a mi lado.

— Oh... ¡Llegamos! E-espera... Está Aizawa-Sensei. — De pronto palideció.

— ¿Qué sucede con él?

— L-luego te cuento... — Tocó la puerta y esperó hasta que se escuchó un perezoso "Adelante."

Primero entró Kirishima, y yo me aculté tras él. De ahí noté que el Sensei me observaba.

— Kirishima, anda a sentarte. — Ordenó el mayor. Y yo me alarmé. — Y tú, quédate ahí.

Noté cómo varios quedaron confundidos y al momento en que Eijiro se separó de mi, flaqueé.

— Preséntate.

— B-buenos días... Me llamo... Me llamo... — Diablos, parece que olvidé mi nombre. — Akiyama Hatsu.

Hice un reverencia ante ellos con mis mejillas sonrojadas.
Rápidamente volví a pararme derecha y observé a todos. Hasta que mi mirada se posó en un chico que ya conocía, y en un instante sonreí alegremente.

— ¡Bagukou-Kun! — Musité y de inmediato puso cara de fastidio.

— Hatsu, cállate. Maldita extra.

— Bien.  — aclaró nuestro sensei. — ya que se conocen. Hatsu, siéntate tras Katsuki.

Asentí a lo que dijo y me fui directamente a mi puesto, para sentarme y dejar mis cosas.
Y poner atención a la clase.

— Hatsu.

Escuché que el chico rudo me llamaba, sin algún insulto, y eso me sorprendió.

— ¿Sucede algo?

— Te extrañé.

Fijé mi mirada a él y acerqué una de mis manos a su mejilla, acariciando esta.

— Yo también te extrañé. Prometo ya no irme.

— Bien... Te creo.

Sí, aunque no lo crean, este chico tiene sentimientos.

Presiento. √ ── Kaminari Denki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora