º¹; Confesión de amor.

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— Vamos hombre, ¡Tú puedes! —Alentó el peliazul, dándole masajes recuperadores al alfa de ojos café quién se encontraba sentado frente suyo.

— Yo puedo, yo puedo. —Confirmó el castaño en voz baja. Buscando traer siquiera un poco de relajación a su cuerpo, comenzó a mover su cuello de derecha a izquierda logrando tronar la articulación.

Por más ansioso que se encontrara, no podía quitar los ojos de tan bella vista que tenía. Y es que el simple hecho de ver a tan espectacular chico sentado a sólo unos metros lejos de él, mantener una amena conversación con otras personas, hacía que el febril corazón de JeonGguk bombeara con genuina vehemencia, llamando con cada latido el nombre de aquella persona que lo hacía enloquecer.

Min Yoongi era su nombre.

Su pecho subía y bajaba con apuro por la implacable emoción que ardía dentro suyo. Sonrió para si mismo al saber que este día liberaría toda la ola de sentimientos que se había estado guardando durante un buen tiempo, temiendo en lo más recóndito de si, el implacable rechazo.

Si, bueno... será mejor no pensar en eso, "rechazo".

Todos los jóvenes universitarios que se encontraban en la cafetería por segundos observaban confundidos y extremadamente curiosos a su competitivo capitán de básquet. Y no necesariamente porque este se hallaba haciendo algo sorprendente. Es sólo que un poco más y parecía que se encontraba preparándose para un serio combate de box.

— Ya sabes. Llegas, lo invitas... y si te da un sí todo estará bien. —Taehyung recalcó el no tan preparado plan, dándole ahora palmadas de apoyo. De hecho, aquella corta planificación había surgido hace tan sólo unos días, y JeonGguk solo esperaba que fuera tan fácil como sonaba. — No puedes fallar JeonGguk.

El mencionado se lamió los labios y habló.

— Llego, lo invito y... Espera. —Rápidamente volteó su rostro hacia atrás, encontrándose con la confusa mirada de su amigo. — ¿Qué tal si me dice que no?

Al escuchar aquellas palabras cargadas con negatividad salir de los gruesos labios del castaño, el alfa ojiverde rió despreocupado, sacando a relucir sus dientes. Y no era por burlarse. Es simplemente que aún no le cabía en la cabeza lo increíblemente pesimista que podía llegar a ser Jeon JeonGguk.

— JeonGguk, por favor. —Entonó irónico, ladeando su cabeza. Despeinó con cariño la cabellera marrón del otro, haciendo que este mismo volviera a su posición inicial con la vista al frente. — Sólo lo vas a citar a un encuentro para que puedas decirle de una vez por todas. No creo que quieras hacerlo en medio de toda esta gente, ya sabes...

— Lo sé, a él no le gusta llamar la atención de los demás. No sería capaz de hacerle eso. —Habló con una mueca en sus labios, siendo sutíl al mandar su mala mirada a cualquiera que pasara por ahí: alfa, omega o beta. — Pero ¿Qué tal si cuando se lo digo todo allá, me dice que no? ¿Y si me rechaza totalmente? No podré vivir si eso ocurre Taehyung.

— JeonGguk, relájate. —Resopló, abultando sus labios. — No te compliques tanto... ¿Dónde quedó la confianza? El: 'Yo soy mejor que todos los demás", ¿Eh? —Cuestionó divertido, volviendo a darle masajes que volvía a necesitar.

El aludido agachó su cabeza y dejó ir un fuerte suspiro de sus labios. Volvió a subirla. Y como si se tratase de un clavo e imán, sus ojos se sintieron rápidamente atraídos hacia aquel lindo rostro que portaba el omega, el cual su mente se negaba a olvidar día y noche.

— Con él me pierdo Taehyung. —Confesó con aire de ligera melancolía. — Con él siento que debo esforzarme aún más para ser el mejor, porque ahora que lo pienso, no creo serlo. Al menos no para él.

Treinta días. Ver: GgukgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora