Capítulo uno.

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Odio muchas cosas, muchas personas y muchos sabores de helado. Pero, lo que más odio es tener que consolar a alguien herido, es decir, con el corazón roto o cualquiera de esas cosas. Ni siquiera puedo enfrentar mis sentimientos correctamente, lo máximo que hago es ignorarlos y dejar que se conviertan en una bola de nieve que crece y crece cada vez que baja la montaña... Más rápido y difícil de llevar, de arreglar.

Qué poético fue eso...

Lo sé.

Increíble, ahora hablo sola.

El chasquido de alguien me saca de mis cavilaciones así que volteo mi cabeza hacia el culpable de traerme a la realidad y me encuentro a Giney con el maquillaje corrido y un tarro de helado entre sus piernas. De chicle para ser exactos, intento con todas mis fuerzas no hacer una mueca de asco cuando el olor dulcete y empalagoso llega a mis fosas nasales.

Pero sé que no lo logro, es que me resulta realmente asqueroso. Iugh.

–No entiendo por qué yo estoy acá si la que siempre mejora estas situaciones es Valeny. -Comentó aún con una mueca y luego llevo una cucharada mi delicioso helado de galleta con vainilla a la boca. –¡Esto está muy bueno! -Ruedo los ojos aún con la cuchara en la boca.


Giney pone cara de culpabilidad y hace un puchero. —No otra vez . -Mascullo intentando no llorar del cansancio. –¡Pensé que ya habíamos superado esta etapa! -Dejo mi helado en la mesita de noche y sostengo una caja de pañuelos desechables. Estiro mi mano en dirección a Giney y pongo la caja en su regazo justo al lado del helado.

Eso a rimado...

¡Y eso también!

No me dig...

La conversación con mi consciencia se ve interrumpida cuando mi amiga empieza a llorar horrible. —¡Así me dijo él ayer! -¿Ahora de qué hablamos? Frunzo el ceño y me acomodo mejor en posición de indio apoyando el codo en mi pierna y la mejilla en mi puño. —¡Me dijo: ¡Oh Dios, lo que haces está muy bueno! -Que asco con los hombres de hoy en día. —¡Y yo sé que sí! -Toma mi cobija y se sacude los mocos. —¡Sé que hago el sexo oral increíble!

—¡Ew! ¡Giney! -Le tiro una almohada logrando que deje ir a mi cobre cobija. —No necesito tantos detalles. -Me masajeo las sienes y suspiro. —Además, dijiste que querías hablar de tu ex... Pero tal parece que se la pasaron increíble. -Niego con la cabeza y como más helado. —¡Demonios! ¡Esto es felicidad en un tarro!

HASTA EL FINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora