Perdida y recompensa

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Un día más de espera tortuosa en mi taller, encerrado, triste y sobre todo no encontraba salida. Apenas habíamos salvado San Fransokyo y yo no estaba nada feliz, mi único recuerdo de Tadashi se había sacrificado para salvarme, si, podía reconstruirlo sin embargo el no tenerlo me hizo darme cuenta que si lo vuelvo a perder será lo peor en mi vida, moriría de tristeza melodramático en un rincón llorando, sin comer, despreciando mi existencia mucho más.
No podía estar sin él, me sentía devastado viendo esa tarjeta sin mi Baymax, yo necesitaba un amigo que estuviera como el sin embargo no existía, no había persona que cumpliera con esa función, lo único que pasaba por mi mente era llorar hasta dormir, no podía comer sin llorar al pensar en su imagen, un malvavisco gigante con una voz tan similar a la de Tadashi, el protegía a Tadashi en su pecho, el siempre trato de protegerme a pesar de que todo lo que hice fue empeorar algo que ya estaba bien, desearía que ninguno se hubiera ido, quería verlos un poco más…..deseo irme al mismo lugar..
Los meses pasaron y aun con depresión reconstruí a Baymax idéntico, todo podría ser como antes y volvería a ser “un héroe” ¿Qué mas podría hacer? No tarde ni 6 meses en conseguir mi título, mis amigos me visitaban todos los días sin falta y yo no lo comprendí hasta que me entere que mi tía planeaba arrastrarme fuera del país, si, ella también se sentía mal y yo no lo note, mi única familia sufria en silencio para no preocuparme; soy un estúpido, no debí pensar en mí, mi tristeza no es excusa para descuidar a mi tia, amo a mi tia, ella nos recogió y cuido sin importar nada, ella fue fuerte cuando Tadashi murió solo para dejar que yo sufriera por ambos….la fuerza que siempre tuvo no lo demostraba y lo entendía, no proteste a la hora de partir del país.
Llegamos a Canadá para solo quedarnos unas semanas, todo le parecía deprimente a mi tía después del primer día. Tenía miedo por tantas cosas extrañas para ambos, no se acostumbró a la televisión en francés o algo así dijo cuando empacábamos, en fin, no tardamos en ir a otro país, no entendía porque iríamos a un lugar donde no hablaban nada de inglés o japonés pero ella estaba encantada y tenía muchas ganas de trabajar en un lugar colorido y alegre pero por dios a cualquier lugar por más pequeño que fuera había música, había fiestas, había gente riendo y por supuesto los restaurantes la fascinaban, yo preferí seguir con la travesía en silencio y seguirla corriente por mas estresante o incompatible fuera el lugar, yo debía hacer algo bueno por una ocasión y pensar en mi tía, pensar que ella no me dejaría y por supuesto Baymax estaba a nuestro lado en todo momento.
Mientras pasamos de estado en estado, ciudad en ciudad, pueblo tras pueblo, note algo…había personas hermosas; parecían un malvavisco y su voz era tan suave qué pensaría que era algún tipo de afrodisiaco solo tenerlas cerca, me confundí mucho al principio, pero poco a poco acepte que adoraba a las personas con forma de malvavisco. Pasaron semanas hasta que mi tía se sintió cómoda en un pueblo icónico por la historia y porque era la cuna de grandes artistas, de alguna manera se las arregló para tener una cafetería recatada y algo concurrida, más que nada porque a las personas les daba curiosidad ver a dos medios asiáticos confundidos y con un español tan básico que pensarían éramos analfabetas. Todo era muy calmado pero complicado ya que a pesar de ganar bien con la cafetería no alcanzaba como debía y mi tia no me dejaba trabajar en lo de siempre, podría pagar cada cosa que necesitaramos pero prefirió hacerlo a su modo, daba clases de cocina oriental y repostería a unos cuantos y sacaba lo suficiente como para estar satisfecha pero claro muy agotada. Quería hacer algo y yo me encargaba de la cafetería los miércoles, jueves y lunes.
Había algunos clientes frecuentes que siempre tomaban café pero un chico mas joven que yo llegaba los miércoles y se sentaba en la esquina; ordenaba 4 donas de chocolate, un café moka con crema batida, pastel de zanahoria, jugo de fresa y si se veía abrumado pedía una caja de galletas especiales de mantequilla. Diría que me gustaba ese rostro solo al verlo comer, era un malvavisco de canela que tenia unos hermosos ojos, una sonrisa muy fácil de hacer salir pero estaba triste y nunca me hablo, solo anotaba lo que quería y dejaba una sonrisa cada vez que le llevaba lo que pedia, me alegraba el dia verlo comer con tanta pasión, comia de todo, su boca se saturaba de comida y betún pero eso lo hacía más adorable. No quería ser un enfermo después de todo para el seria horroroso que solo por ser mi cliente de la nada le dijera que es bello, que es un adorable bombón caliente y suave, sus ojos redondos y algo caídos le daban un encanto de princesa en apuros y yo quería hacer algo sin verme como alguien con una obsesión por los cuerpos como malvaviscos, con pieles relucientes y una mirada igual de vacía que la mía….debía saber más sobre aquel malvavisco solitario pero no sabía como acercarme…
La solución a todo eso debería ser simple pero no lo era, nuca me había acercado a otra persona por iniciativa propia y necesitaba investigar de una vez para siquiera preguntar su nombre...quizá sea uno igual de hermoso que el.

I love the chubby boysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora