La fiesta había empezado.
No cómo tal, pero se podía ver a la gente ya bailando y tomando vino, platicando entre sí.
¿Yo? Yo esperaba a mi hermana. Ella todavía no se hacía presente en la fiesta. De seguro se quedó decidiendo que vestido ponerse, como había hecho miles de veces.
Yo ya estaba enterado de que ella tardaría, así que decidí ir por mi propia cuenta. Y ahí estaba, en la fiesta de la familia más poderosa de Britannia, sentado junto a mis padres mientras hablaban de que tenía que seguir los pasos de mi padre y otras variables.
Y la ví.
Ahí, parada, caminando por el lugar, observando cada detalle. Usaba un antifaz. Yo también tenía uno, porque me pareció curioso de ver, pero no lo usaba en realidad.
Mis padres seguían hablando, lo sabía porque escuchaba sus voces. Pero mi cerebro no las procesaba, estaba ocupado observando a la chica castaña, que se había llevado toda mi atención.
Hubo un momento en el que se fijó en mi presencia en aquella fiesta, pero solo me vió como un invitado más de esta.
Dejé de verla por momentos, más mi mirada siempre terminaba en ella, de uno u otro modo. Ya harto, me acerqué a ella. Estaba a punto de subir a la segunda planta, la detuve en su acción. Fue un impulso el haber agarrado su muñeca suave y delicada, acaparando su atención y deteniendo su caminar.
— ¿Bailas? —Fue la única palabra que podía pronunciar en ese momento. Volteó a verme, y pude ver más de cerca sus facciones. Tenía ojos morados, con un brillo especial albergando en ellos. Su cabello estaba amarrado en dos largos tramos por los que se deslizaba una brillosa melena castaña poco más abajo que los hombros. La mayoría de su cara estaba cubierto por ese antifaz.
Quitó su mirada de encima mío, volteando a ver otra cosa. Dudé si respondería o si había quedado como un completo imbécil, pero para mi total sorpresa, aceptó
— Claro.
No pude ocultar mi asombro. Había pensado que se alejaria,diciendo algo como "¿Y tú quién eres?", como harían la mayoría de las chicas
La llevé a la pista, posé mi mano en su cadera y ella en mi hombro, con la otra cada quien sostenía su antifaz.
La melodía era lenta, y se podía disfrutar con tranquilidad, pero en partes iba más veloz.
Dando vueltas, ella empezó a reír. Por un momento me sorprendí un poco, pero luego me uní a su risa tan pegadiza, mientras bailabamos. Abrió los ojos, conectando con los míos, pero no desvió la mirada en ningún momento.
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Para el final del baile, se alejó del lugar. Me gustaba su compañia, y ver que se iba no me gustaba en lo absoluto. Antes de pensar, ya estaba deteniéndola
— ¡Espera! —. Ella se detuvo, pero no volteó a verme, si no que se mantuvo quieta, dándome a entender que escuchó. — ¿Cómo te llamas?
Fue lo primero que se me vino a la cabeza. Ella no parecía dar señal de querer responder, pero terminó hablando
— Diane—. Procesé su nombre, Diane. Parecía ya marcharse, pero volvió a detenerse—. Tus ojos son hermosos.
Y empezó a caminar otra vez. La observé marcharse, hasta perderse entre la gente. Todavía no había terminado de procesar lo que sucedió, hasta un rato después.
Suspiré, cansado. Iba a tener que volver con mis padres, quienes buscaban a una pretendiente con quien enamorarme.
Cuando me senté, me dí cuenta de que estaban dos personas más: mi hermana, la cual no había visto en todo el rato que llevábamos, y mi tía Gerheade. Ninguna de las dos usaba máscara.
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El chico de los ojos ámbar || Kiane
FanfictionDesde aquel día todo cambió. No sabía nada de él. No sabía quien era. No sabía su procedencia, su familia, su nombre, su clan. Lo único que sabía de él, era que sus ojos son del color más hermoso que pude haber visto, con un brillo inigualable, y...