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Erase un niño llamado Victor, el gran mago de las palabras. Los abuelos de Víctor, José y Claudia, son muy aventureros y este año le han enviado desde un país sin nombre, por su cumpleaños, un regalo muy extraño: una caja llena de letras brillantes, que al abrir la caja salía de ella un resplandor muy bonito.
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Al ver esa gran caja Victor se emocionó y decidió sacar las letras que había en la caja y ve una carta, que sus abuelos le dice que esas letras forman palabras amables, si las regalas a los demás, puede conseguir que las personas hagan muchas cosas :hacer reír al que esta triste, llorar de alegría, entender cuando no entendemos, abrir el corazón a los demás, enseñarnos a escuchar sin hablar, incluso ayudar a todos sus compañeros cuando tengan un problema.
Victor juega muy contento en su habitación, arma y desarma palabras sin cesar. Hay veces que las letras se unen solas para formar palabras fantásticas, imaginarias, y es que Víctor es mágico, es un mago de las palabras, es lo que sus padres le dicen, sus abuelos recibieron una carta de Víctor agradeciéndole por tan bello regalo que le dieron, le comentó que gracias aquellas palabras muchos compañeros de su salón el estado de animo a cambiado.
Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere. Es muy gratificante ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un buenos días, princesa debajo de la almohada; o cuando papá encuentra en su coche un te quiero de color azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas, son aquellas de tantas palabras que no se deben olvidar, porque nos enseñan lo buena persona que somos.
Victor sabe que las palabras son poderosas y él le gusta jugar con ellas y ver la cara de felicidad de la gente cuando las oye. Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son como llaves que te abren la puerta de los demás.
Porque si eres amable, todos son amables contigo. Y nunca olvides decir un gracias por las mañanas al señor del autobús que es encargado de llevarnos a nuestros destinos, incluso a nuestros vecinos saludarlos siempre no importa el humor que traigamos ese día.
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