Para disfrutar de su lectura cambie el fondo a color negro.
No es obligatorio, pero se ve mejor.
La idea de tenerlo en la silla con el estómago abierto mientras comía de sus entrañas causó en Lolito un cosquilleo en toda su espalda, había intentado quitarse esas ideas de la cabeza pues desde que comió carne humana en un intento de salvarse de morir de hambre le trajo una obsesión por aquel manjar.
—¿Qué piensas, Lolito?
Aunron, su psicólogo de confianza siempre trayéndole a la realidad con unas simples palabras.
—Sólo pensaba en lo mal que me tratan todos, siempre quieren sacar provecho de mis buenas acciones y en el fondo me duele.— un nudo en la garganta le impidió que siguiera, los ciudadanos de Karmaland eran tan malos.
—Yo lamento eso, se que no debo salirme del papel de psicólogo, pero prometo ser más lindo contigo ¡Te lo mereces, Lolito!
Podría apostar un riñón sin miedo a perderlo a qué Aunron tenía las mejillas sonrojadas, suspiro un poco al pensar cómo hace unos cuantos días se le había declarado su doctor.
Lo siento, mi alma ya pertenece a mi niña.
Dejo de escucharlo, aparento que si y le dio una sonrisa que alentó al psicólogo a seguir con su consulta cómo si nada. Aunque eso sí, en todo momento evitó hablar de sus ideas caníbales pues no quería ver nuevamente esa mirada de tristeza al ver que no avanzaba en sus consultas.
Miles de murmullos había escuchado cuando pasó por el pueblo, todos eran tan iguales.
Es un demente.
Psicópata.
Deberían meterlo a prisión
Que asco me da.
Es un enfermo.
Maldito loco.
Siempre eran los mismo insultos, ya estaba cansado de todos ellos. Llegando a casa admiro a su preciado Mangel, estaba tan radiante como su gran estrella favorita...
El sol.
—Mi niña, ¿Cómo te fue en la consulta?Tan dulce sonó que Lolito casi suelta un ronroneo, se acercó hasta él dándole un beso en sus labios. Su mano subió por la pierna del castaño antes de deslizarse por su ropa interior tocando su polla ligeramente con la yema de sus dedos.
Entre esos besos húmedos Mangel soltaba algunos jadeos, intento alejarlo y sin embargo solo hizo que el agarre del chico de ojos verdes se hiciera más fuerte.
Cuando por fin terminaron los besos, Lolito atacó sus cuello dejando algunas marcas tan rojas que no tardarían en ponerse púrpuras.
Dale un mordisco.
Su carne parece ser tan blanda.
Tan tierno.
De seguro que sabe delicioso.
Tengo hambre.
Hazle daño.
Si te ama podría ayudarte con tu problema.Aquellos pensamientos nublaron su juicio, ya no razonaba las cosas y sin poderlo evitar mordió tan fuerte a Mangel que arrancó un trozo de piel.
Un grito salió de la boca de su amado, quien le dio un golpe en la mejilla. Mangel mucho contra él, tratando de quitarlo de encima, pero no estaba sirviendo de nada y el pánico se estaba apoderando de su ser.
—¡Quítate de encima, maldito loco!
Esas palabras detonaron en Lolito un odio tan profundo, su niña había resultado una mentirosa al igual que los demás. No retiro su agarre, lo tomo más fuerte y desgarrando su vena carótida fue apagando la vida de la persona que más amo.
Lolito disfruto cada mordida que le dio, amo como nunca la sensación de la sangre cálida en su boca y sobretodo la carne tan blanda.
Al finalizar de comer la culpa lo invadió, no podía creerse que había asesinado a su amor...
Pero se había sentido tan bien
Ese sabor
¿Lo tendrá alguien más?
Ya no podía detener sus instintos, Lolito por si las dudas guardo los restos de Mangel en el refrigerador, necesitaba atesorarlo por siempre.
Quién sabe si podría encontrar un sabor similar al de su niña.
Poco después fue a visitar a su psicólogo, tenía algunas rosas en mano y la sonrisa en su rostro se hizo inmensa al verlo.
Ya tenía un próximo bocadillo.