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Christopher tenía 15 años cuando le diagnosticaron Esquizofrenia, su madre fue la quien más sufría, ya que no soportaba ver a su hijo de esa forma

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Christopher tenía 15 años cuando le diagnosticaron Esquizofrenia, su madre fue la quien más sufría, ya que no soportaba ver a su hijo de esa forma.

Todo iba bien hasta que a sus 19 años tuvo una gran recaída.
Estaba encerrado en su habitación, como de costumbre, sentado en la orilla de su cama.
Irritado volteó hacia la puerta.

—Ya me las tomé, lárgate—. Le dijo a su madre al verla entrar con un bote de pastillas y un vaso en sus manos.

Le había mentido, él no quería tomarlas, sabía que sólo le hacían daño. "Me están drogando" pensaba.

Su madre salió por las compras, cómo lo hacía todos los miércoles.

Christopher se recostó boca arriba sobre su cama, pensando en porque su mamá se empeñaba en sacarlo de ese hoyo, estaba harto, harto de que todos le dijeran que estaría bien, que se recuperaría y saldría de allí, él interior tenía un brillo de esperanza, aunque en su interior, sabía que no sería así, por más que luchara.

Su cabeza comenzó a doler, era algo cotidiano, ya empezarían sus periodos.

—Hola cariño, ¿Me extrañaste?—.
Escuchó esa maldita voz que lo lleva atormentando desde yace años.

—Dejame tranquilo—. Le respondió con voz tajante.

—Oh no, a donde tú vayas, yo estaré, para verte sufrir, no sabes cuándo lo disfruto.

La voz melosa de la sombra lo hizo hacer una mueca de asco y sólo lo fulminó con la mirada.

La sombra estaba en la esquina de su habitación, esperando ansioso por lo que se aproximaba.

Christopher se asustó, escuchaba ruidos extraños en su cabeza, era algo nuevo, eran gritos desgarradores. No le gustaban.

Comenzó a temblar, su vista se empezó a nublar, se sentía extraño.

—¿Qué me está pasando? ¿¡Qué me estás haciendo!?—. Le gritó a la sombra.

Sólo escuchó risas macabras, nada más, ningúna respuesta.

La sombra se acercó a él y le tendió la mano. Era la primera vez que miraba a la sombra de cerca, con claridad, tenía un aspecto asqueroso. Christopher sólo tendió a alejarse de aquello.

—Eres un idiota, sólo tómalo y así podrás terminar con todo—. Le dijo aquello.

Christopher bajó la mirada y ahí entendió a que se refería. Su respiración se tornó pesada.

—No, no quiero—. Contestó con voz temblorosa.

Házlo, házlo, Házlo—. Escuchó de nuevo las voces.

Tomó lo que aquello tenía en sus manos. Lo acercó lentamente a su cuello, las manos le temblaban.

—Por favor, basta—. Suplicó —Por favor—. Suplicó una última vez con un hilo de voz.

Házlo, házlo—. Volvieron a gritar las malditas voces.

Christopher tomó una gran bocanada de aire. Aquello se acercó lentamente y lo miró atento.

"Estúpido" Se repetía Christopher por no ser valiente.

Todo se volvió borroso y oscuro para él. Todo había acabado.

—Cariño, he llegado.

Se escuchó una voz en casa, su madre había llegado.

Su madre ahogó un grito cuando entró a la habitación.

Había llegado tarde.

:13 de octubre del año 2019, hora: 4:23 p.m; Muere Christopher Smith desangrado por un corte profundo en su garganta.
No hubo nada que se pudiera hacer por él.

La ambulancia se encontraba sacando el cuerpo sin vida del chico. Al ver a la madre llorando, sintieron lástima por ella.

La madre se encaminó hacia el escritorio de su hijo, en el ya hacían fotos del muchacho, dibujos y un sobre.

"Para mi madre"

Lo tomó entre sus manos y lo abrió.

Su llanto se hizo más fuerte al ver la delicada letra de su hijo.

"Madre, probablemente cuando estés leyendo esto yo ya no esté contigo, quizás te estarás preguntando el por qué lo he echo, te haz de sentir tan decepcionada y enfadada, te he fallado, lo siento, pero necesito que me comprendas, no podía seguir viviendo así, atrapado en un túnel sin luz, sin salida, muy dentro de mi sabía que no podía salir, ganar este reto. Luché, pero me cansé. Me cansé de todo, las voces en mi cabeza me atormentaban, tenía miedo de hacerte daño.
Espero que puedas perdonarme, sé que fue egoísta de mi parte porque te he dejado con una huella que no se podrá borrar. Espero que me recuerdes como él chico de los malos chistes, pero que sin duda te hacían reír, espero que me recuerdes como él chico que solía cantar en la ducha, espero que me recuerdes con una sonrisa y no con una lágrima, espero que no me recuerdes como él chico que se la pasaba llorando porque las voces no lo dejaban vivir una vida normal. ¿Recuerdas la vez qué te dije que me gustaría formar una familia, adoptar un perro y que la llamaría Berry? Bien, creo que no podré hacerlo, en fin.
Te amo demasiado mamá, jamás lo olvides, perdóname por las veces en las que te he tratado mal, tú no tenías la culpa de lo que me pasaba, tú no tenías la culpa de nada.

—Con amor, Christopher".

Su madre sólo lloró, había perdido a su tesoro, al amor de su vida. Y todo por culpa de los efectos de esa maldita enfermedad. Todo por los efectos secundarios.

 Todo por los efectos secundarios

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| 𝑺𝒊𝒅𝒆 𝑬𝒇𝒇𝒆𝒄𝒕𝒔 | Bang ChanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora