6 enero 2020

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Tengo ganas de viajar.

Colgarme la mochila al hombro y salir a la ruta. Que el destino lo decida el pulgar de mi mano derecha.

No creo en el destino pero me entrego a él. Que los pies me lleven a lo más alto de la tierra y a las profundidades de mi ser.

Quiero viajar. Nada de aviones y parajes de lujo. Todo de personas y grandes momentos.

¿Que dónde quiero estar en este momento? En algún lugar camino a Denali, enseñándole a tomar mates a un holandés, a una joven mexicana tal vez, que compartiríamos ese día y no volvería a ver.

¿Que qué me frena? Miedo por supuesto. El típico e inagotable miedo que por años persigue a los de nuestra especie. El miedo a dejar atrás. 

Grandes fracasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora