TIMORGA.

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Cuando era niño, tenia miedo, tenia mucho, mucho, pero mucho miedo El miedo llego cuando lo vi, cuando me di cuenta del pequeñísimo pedazo de mierda que soy.

Okey, okey, lo voy a explicar. Hace tiempo, yo jugaba de niño en mi patio delantero, jugaba con unos pequeños soldaditos verdes.

–¡pu, pu, pu! –decía mientras movia los pequeños soldados, imitando los disparos de aquella pequeña batalla.

De pronto, mi pequeño gatito blanco llego, y tiro a todos mis soldados. Era como si los matara, como si los masacrara a todos. En mi mente escuchaba los gritos de los soldados, o bueno, me imaginaba los gritos de dolor de los pequeños soldaditos de juguete. Al mismo tiempo me imaginaba la desesperación de los soldados, viendo como un enorme monstruo blanco de ojos azules y garras que se veian mas peligrosas que cualquier espada, llegaba desde el horizonte solo para matarlos a todos.

En aquel momento pensé que de seguro los dos bandos de soldados ignoraron la guerra, solo para tratar de salvarse de aquella

increíblemente poderosa criatura, la cual, debido a la impresionante escena, las tropas llegaron a pensar: <¡es el fin del mundo!>, <¡desperdicie mi tiempo!>, <¡voy a morir>.

Otros soldados le gritaban al monstruo: –¡por favor dios, perdóname!.

Y los cuerpos eran aplastados solo por las enorme hondas expansivas que creaba la criatura, sino por la fuerza de esta enorme bestia.

Aquellos soldados nunca supieron que los golpeo, ni se podían llegar a imaginar. Sus mentes nunca había procesado algo asi, sus mentes no sabían lo que era un dios, o bueno, eso fue mi gato para ellos.

Bueno, eso pensé. La verdad es que después mi mama me llamo a la casa, y esa noche comi un delicioso caldo de zanahoria, muy rico.

Después, trate de jugar otro rato con mis juguetes pero, bueno, mis soldados ya estaban muertos. No pude hacer nada mas que ver a todos los caidos por la guerra, por la llegada de un ser desconocido y tan poderoso, que todo lo que tuvo que hacer, fue caminar, jugar,

recostarse tranquilamente para que todos murieran a final.

A la mañana siguiente fui al psicólogo. Normalmente iba de 2 a 4 dias por semana. Ese lugar era muy aburrido, aunque, aquel dia estaba pensando en todo lo que le había pasado a los soldados, en toda la sangre que se había derramado, y no por la guerra, sino por mi gato.

El psicólogo me pregunto: ¿Cómo te ha ido?.

Yo le conteste sin nada de ganas: –bien. Otra vez aquí.

–por supuesto –diria mi psicólogo, mientras que tomaba nota–. ¿y que hiciste en estos días?.

–mire como cientos de hombres, seres humanos fueron masacrados. Ellos no pudieron lograr hacer nada, ya que el dios

–¿el dios? –me interrumpiría el psicólogo.

–si bueno –continúe hablando–. Timorga, el dios del caos, llego desde los cielos y los masacro a todos.

–¿porque los masacro?.

–¿porque pregunta?.

–¿que? –se extraño mi psicólogo.

Le trate de explicar:

Cuando tienes poder, nada mas te importa. Los seres humanos somos egoístas solamente nos importa nuestra supervivencia, la propia. Seguimos vivos por nuestro egoísmo y aquellas personas que dicen que el amor familiar y salud es lo mas importante gente egoísta.

–no todas las personas son tan malas –respondería mi psicólogo–. Hay personas buenas en el mundo, personas que merecen el perdón de cualquier dios, incluso tu dios. pensó en referencia a la sesión.

–vuelvo otra vez si yo tuviera poder, verdadero poder, no me cuestionaría nada. Nadia me cuestionaría nada, no podrían hacerlo.

–¿y que con Timorga? –me preguntaría.

–¿Qué con el? –le conteste, aun sentado en mi silla, esperando salir ya de ese lugar.

–¿tendrá una segunda venida?.

Le dije: no sé. Timorga es como un gatito, como un animal. Tiene poder, por eso no debe de preguntarse ¿que es lo que esta haciendo? porque todo lo que hace puede estar bien, o

mal, gracias a su poder, no necesita una justificación. Supongo que su segunda venida será, esta misma tarde.

TIMORGA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora