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Lo nota.

Sus ojos están rojos. Las venas inflamadas alrededor de los iris dorados, debe de ser doloroso. Piensa.

Mueve los dedos, impasible, cambiando de hoja por cuarta vez en los dos últimos minutos que lleva "observando" el informe. Le exaspera caer en cuenta de su propia agudeza. Se pregunta si solo él se da cuenta del desastre tras esa sonrisa inusualmente apagada entre el barullo de personas que van y vienen a su alrededor

Puede que incluso se haya vuelto más perceptible a los cambios de aquella molesta cara por no lograr sacársela de encima en los últimos meses, sin embargo se ve tan claro, está al límite.

- ¿Entonces, deberíamos sedarlos para el trasporte señor Endeavor? - la pregunta sale en un hilo de susurro, el policía frente suyo lo ve notablemente confundido. Resopla sintiendo la irritación perforando su piel, asiente con renovada tranquilidad sin real interés.

Una vez más se ha perdió dentro de sus pensamientos, si bien esto no sería un problema al centrarse únicamente en el trabajo, lo que le aterra es como últimamente estos ululan al rededor del menudo cuerpo de Hawks. Ha ocurrido más veces de lo que su orgullo puede admitir y lo detesta, detesta no entender sus propias acciones. Sus ojos suelen viajar sin consentimiento a donde se encuentra el rubio, donde siempre es recibido por una brillante sonrisa. Tal como lo hace ahora. Desearía saber cuándo comenzó, si sus acciones lo llevaron ahí ¿fueron los almuerzos que se volvieron costumbre o el permiso que se dio Hawks a si mismo de invadir su espacio con afectos descarados a lo que termino ignorado porque era más molesto alejarlo constantemente?

No logra descifrarlo.

Ahora, el rubio sigue sonriendo mientras contesta alegremente a una manada de fans detrás de la valla. Nota los cabellos dorados que suelen resplandecer con el sol extrañamente opaco, la postura relajada está más rígida que de costumbre mantenido todo su peso en la dos pierna recargándose sobre la valla de protección como si quisiera evitar caer. Raro, es lo primero que cruza por su mente.

Aunque percibir todo eso es igual o más extraño. Se convence que -como ya otras veces- solo son gajes del oficio que lo mantiene alerta a las pequeñas alteraciones en su entorno, no tiene tiempo de atormentarse, no ahora que están en labor.

Sacude la cabeza de lado a lado, pero tan pronto como se dispone a volver al trabajo escucha un conjunto de gritos ensordecedor detrás de él. Arruga el entrecejo al instante, odia la manera en la cual pueden comportarse los fanáticos de Keigo en general, muy ruidosos e irritantes.

Contrario a lo que puede deducir en un primer momento, los alaridos se reanudan en un coro horrorizado, la piel se le eriza.

Los recuerdos de la última vez que se enfrentaron a aquel nomu negro vuelven a él, la presencia de un nomu tan fuerte como ese es por si solo terrible, pero que tenga a keigo como obejtivo lo vuelve aún más aterrador a pesar de que sabe que puede ser de todo menos indefenso.

Hawks.

Su mente se enreda en su nombre, corre sin pensarlo, pasando con agilidad hacia el lado opuesto en dirección a donde había logrado visualizarlo. Cuando logra llegar lo ve, desparramado sobre el suelo con la cara arrugada en una extraña mueca. La preocupación se dispara por dentro, sentimientos de protección lo envían a alcanzar a keigo, no ve nada más que amenace su seguridad a parte de la multitud que intenta llegar a él.

Aparta con fuerza a la aglomeración, su presencia es suficiente para mantener a ralla sus intentos de pasar el límite de seguridad. Se pone de rodillas y toma el cuerpo pálido entre sus brazos, tratando de moverlo lo menos posible. - ¡Hawks! - grita sobre keigo, mientras trata de revisar su cuerpo en busca de alguna herida o sangre, temiendo lo peor.

LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora