Hay alguien ahi?...

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Es una pregunta que los humanos intentan responder desde hace siglos y a la que muchos científicos han dedicado su vida.

Pero en esta búsqueda no sólo ha habido avances astronómicos, sino algunas teorías inverosímiles.

Tengamos este dato en cuenta: nuestra galaxia, la Vía Láctea, es inmensa. Como todas las galaxias. Se calcula que contiene unos 300 millones de estrellas. O lo que es lo mismo, hay en ella varios cientos de millones de astros semejantes al sol, alrededor de los cuales, en muchas ocasiones, giran además un buen número de planetas -como ocurre en el Sistema Solar-. 

Pensemos ahora en todo el cosmos. Tal y como publicó la NASA, se estima que existen al menos en el universo observable. Es decir, dos millones de millones de lugares como la Vía Láctea. Con sus cientos de millones de planetas cada uno. Resulta muy difícil pensar que estamos solos. Lo más probable, aparentemente, es que exista vida inteligente ahí fuera, en algún rincón de la inmensidad.

De hecho, es tan probable que existan otras formas de vida inteligente en el universo como que no existan en absoluto

Me explico: si tan evidente resulta que, por pura probabilidad, en ese enorme océano de planetas debe de haber otras muchas civilizaciones avanzadas, ¿cómo es que no tenemos evidencias de la existencia de ninguna? ¿Cómo es que nadie se ha puesto en contacto con nosotros, aunque sea mediante señales de radio como las que nosotros enviamos? Lo más probable, aparentemente, es que no exista vida inteligente ahí fuera. Tan probable como que sí exista, a la vista de las circunstancias. Y esto es lo que se conoce como Paradoja de Fermi.

A Enrico Fermi se le ocurrió esta idea en 1950, charlando con sus colegas los físicos Edward Teller, Herbert York y Emil Konopinski, pero no fue hasta 1975 cuando el astrofísico Michael H. Hart la desarrolló, proponiendo además una posible solución al problema. Basándose en la Ecuación de Drake, que estima la cantidad de civilizaciones tecnológicas que podría haber en nuestra galaxia, y en la velocidad a la que sus naves podrían desplazarse por el espacio, dedujo que una civilización extraterrestre avanzada tardaría unos dos millones de años en cruzar la galaxia. Y siendo ese período tan breve -en tiempo cósmico-, si a día de hoy no tenemos evidencias de la existencia de esas civilizaciones es, sencillamente, porque estas no existen. Una conclusión en la que se apoyó el senador estadounidense William Proxmire para exigir que se retirase la financiación de la NASA a proyectos como el SETI, que buscaba encontrar señales de inteligencia extraterrestre.

Las teorías que intentan plantear soluciones a la Paradoja de Fermi son muchas. La Hipótesis de la Tierra Especial propone que las circunstancias de nuestro planeta son únicas y, por consiguiente, las condiciones para albergar vida inteligente son irrepetibles. Hay quien sugiere que, como nosotros, quizá las demás civilizaciones no sepan aún cruzar el espacio. Otros afirman que ellos somos nosotros -Christopher Nolan basó en esta idea su película Interstellar-. Fermi sostenía que toda civilización desarrolla su tecnología con el potencial de exterminarse, como hacemos los humanos. Pero también ha habido científicos menos categóricos, como Carl Sagan, quien tachaba de atrevida la tesis de Michael H. Hart -basada en la velocidad de desplazamiento de las naves-, ya que los procesos de expansión y colonización siempre son mucho más lentos, como demuestra la propia colonización que los hombres realizaron hace siglos en la Tierra al descubrir el nuevo mundo: éste no se colonizó a la velocidad a la que se desplazaban los caballos.

En realidad, y tomando como referencia lo impredecible que es el comportamiento humano, puede que el esfuerzo por conjeturar por qué civilizaciones enteras -en caso de existir- se comportan como se comportan tenga algo de idealista, de iluso o de loco. Aunque, por otra parte, echando un vistazo a lo que ocurre en la Tierra, observando cómo los humanos nos tratamos entre nosotros y a nuestro propio planeta, parece bastante lógico que cualquier extraterrestre que nos esté contemplando no tenga ganas ningunas de visitarnos. Honestamente, yo correría hacia el lado contrario.


Realmente estamos solos?Where stories live. Discover now