Tienda de Muñecas

272 18 9
                                    

Trabajar en un negocio propio es muy confortable y redituable, claro, cuando ese negocio tiene una alta demanda en ventas. Sin embargo, todo en esta vida tiene un final, a algunos les llega antes a otros les llega mucho después, pero siempre se acaba, esa es la principal ley de vida que muchos no queremos comprender. Pero claro, cuando trabajas por 60 años en una tienda de muñecas de porcelana, te das cuenta que esa ley es una cruel y cruda realidad.

Recuerdo aquellos años cuando comencé a trabajar con mi padre en esta tienda, llegaban niñas, jovencitas y hasta mujeres adultas a comprar las hermosas muñecas que mi padre y yo fabricábamos, ahora con los avances tecnológicos y la publicidad que hace que las niñas de ahora quieran madurar cada vez más rápido, esta tienda que con tanto esfuerzo mi abuelo, mi padre y yo logramos mantener, ahora se está acabando, afortunadamente, soy el último de la generación, ya que yo nunca me casé,  las mujeres con las que salía me llamaron demente, porque cada que la relación con alguna cumplía un año, yo hacía un regalo completamente especial y único para ellas, es obvio, una muñeca muy perecida a ellas, con él único defecto de no tener esa cálida mirada que te atrapa como un maravilloso sueño del cual nunca quieres despertar.

La belleza de cada una radicaba en su mirada, afortunadamente ahora las conservo conmigo. Y eternamente quedaran en ese regalo que les hice hace años.

¿Qué cómo lo hice me preguntas? Fue sencillo, y te lo contare con detalle mi querido amigo. Si llegas a pasar por mi tienda, veras 10 muñecas ubicadas específicamente un una vitrina, la cual está cerrada con llave, llave que solo yo resguardo y cuando muera se irá conmigo. Esas muñecas delas que te hablo tienen una extraña mirada, una mirada que te enamora, que te abraza en un calor romántico de primavera. Si ya sabes el por qué solo relataré como conseguí esas miradas.

En mi vida tuve diez mujeres con las cuales la relación duró un año o más, y cuando querían terminar la relación las citaba en mi casa, para una charla de reconciliación. Cenábamos y bebíamos un poco de vino, charlábamos nos reíamos y recordábamos todos esos momentos juntos. Cuando la hora departir de acercaba ofrecía una pequeña bebida digestiva para despedirnos, claro esa bebida tenía un sedante que solo las dormía, y cuando caían rendidas al sueño que les inducia, las llevaba al sótano y les hacía una pequeña intervención quirúrgica, que consistía en abrir sus parpados y retirar sus ojos.

Cuando despertaban, no podían ver nada, masque una infinita oscuridad que las rodeaba eternamente, cada una de ellas falleció minutos después, claro se les rompía el cuello y ya sin respirar entraban en un congelador ubicado en mi sótano, su carne era un manjar, pero sus ojos cristalizados y viéndome a diario son lo que me mantiene vivo…  

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 19, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Tienda de MuñecasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora