La Última Esperanza (Abandonado)

Capitulo 2: La Llegada al Gremio

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Himoru pudo pagar la cuota de la ciudad y se dirigió hacia donde Leo le dijo que estaba el gremio. Era un edificio que resaltaba por sobre los demás y no de buena manera precisamente, para la suerte de Himoru que no recordaba muy bien las cosas.

-Bien, ese es el edificio que dijo Leo-

Dentro del gremio parecía mas una taberna, con poca luz y con una recepcionista con cara de pocos amigos.

-Buenos días, ¿Usted es la recepcionista? - Pregunto con un poco de temor

-Si, que se te ofrece. ¿Vienes a registrarte niña? – Respondió sin ninguna emoción

-Exacto, quisiera registrarme-

-Rellena este formulario hay te dice la paga que tienes que hacer, además te probara un maestro del gremio dependiendo de qué clase elijas.

Himoru se dispuso a rellenar el formulario y dejar la cantidad de dinero que especificaba allí, habiéndolo completado se lo entrego a la recepcionista que lo recibió y mando a llamar al maestro.

-Mientras te diré el sistema de rangos- Le muestra una hoja -Son esos, bien ahora espera a tu maestro.

-O-Okey- Mira la hoja

S, A, B, C, D, E, F y G.

Un rato después.

Llego el maestro de Himoru y le dijo que lo siguiera. Hasta que llegaron a un lugar fuera del gremio.

-Ya llegamos- Dijo el maestro

-¿Okey y que vamos a hacer aquí? - Dijo con intriga

-Pues probare tu rango. Actual mente yo soy rango S y te advierto que no voy a ser blando, ¿Por cierto tienes un arma?

-Ah ahora que recuerdo no la eh sacado- Dijo abriendo el inventario y sacándola -Listo-

-¿Que tienes magia espacial?, la eh visto en algunas misiones con otros aventureros-

-S-Si es magia- Dudando

-Okey, Empecemos.

-Espere un segundo ¿le puedo preguntar su nombre?- Dijo un poco intrigada

-Seguro. Me llamo Federico, pero me puedes llamar Fede- Dijo sonriendo

- Okey ahora si comencemos- Lanzándose al ataque

En un momento estaba frente a Himoru y este lo esquivo por poco, contraatacando.

-Te desenvuelves bien y sabes contra atacar sin contar tus reflejos- dijo sin parar de atacar

-Gracias- dijo bloqueando algunos ataques y devolviendo otros

Himoru aprovechó su velocidad y hizo un ataque y salto, desorientando a Federico para luego atacarlo por detrás, pero él lo esquivo con muchas dificultades.

-Woah, me has sorprendido niña- Dijo tratando de darle un golpe

Himoru esquivando el ataque y ganando un poco de distancia.

-¡Voy a ir con todo!- Dijo Himoru arremetiendo a toda velocidad

-¡Ven!- Dijo dispuesto a recibir el ataque

Justo en ese momento se ve a Himoru estando parado atrás del maestro y este cayendo desplomado al piso.

-¡Bien!- Dijo alegre

-Ahora tendré que esperar que despierte-

Un rato después.

Se levanta el maestro impresionado.

-¿Qué fue lo que hiciste?- Dijo todavía un poco desorientado

-Pues fui a toda velocidad hacia usted, en ese momento hice una finta y con un salto le pegué en la nuca-

-¿Encerio?, wow si pudiese te daría el rango S de primeras, pero no puedo- Dijo serio

-Pero si puedo darte un rango bastante alto-

-Bueno, ¿en ese caso volvemos?-

-Si- Dijo empezando a caminar hacia el gremio.

En el gremio

-Si que tardaron- dijo la recepcionista

-Bueno lo que pasa es que ella me derroto y me dejo inconsciente María- Dijo apenado

-¡¿Ella te dejo inconsciente?!- Dijo alterada

-¡¿Eso significa que tiene el poder de un rango S?!-

Cuando dijo eso los que la escucharon se voltearon a ver a la "linda chica novata" según ellos.

Un rato más tarde.

Himoru fue a la posada que le había recomendado Leo y ahora tenía más dinero puesto que vendió todos los lobos al gremio, sobra decir que María casi se desmalla viendo la cantidad que tenía y además que tuviera la "magia espacial".

Luego de un rato de buscar la posada, porque se perdió, finalmente llego.

-Bienvenido- Dijo sonriente la dueña de la posada

-Buenas noches. Quisiera una habitación- Dijo un poco sonrojado al ver lo bonita que era la dueña

-Seguro, ¿Cuantos días se va a quedar y como se llama?

-Me voy a quedar una semana y me llamo Sub-

-Bien-

Luego la señorita le pide el dinero y le entrega las llaves. Así dirigiéndose a su habitación, para entrar y tirarse a la cama para finalmente dormirse después de el ajetreado día que había pasado.

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