Parte 3

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Pararon en la casa de los guardeses para informarles de su vuelta y presentarlos a Carlo.

-Encantada.

Señora quisiera informarla de que aquel hombre no se marcho.

-¿Qué ha estado haciendo?

-La mañana que usted se fue, la paso recorriendo el castillo, gritando como un poseso y destrozando cosas en su afán por buscarla, estaba convencido de que esta escondida en algún lugar. Incluso registro la casa cuando lo invite a hacerlo y así conseguir un poco de tranquilidad.

Cuando se convenció de que no estaba, comenzó a trabajar en la reconstrucción.

-No se preocupe, ahora yo tomare las riendas.

Se marcho caminando despacio hacia la casa. Carlo la seguía unos pasos retrasado puesto que había estado estrechando las manos del matrimonio y asegurándolos que el no daría problemas.

Estaba esperándola en el dormitorio.

No la dio ninguna señal de que pensara besadla, pero ella sabia que lo haría, siempre lo hacia. En parte lo esperaba y en parte lo deseaba.

Se puso rígida para intentar no corresponder al beso masculino.

Debió de conseguirlo puesto que Michael la soltó para mirarla extrañado, aunque rápidamente desvió la mirada hasta el marco de la puerta en donde estaba Carlo.

-Vaya, ahora ya no me extraña.

-¿El que?

-Que no respondas a mis besos, vienes satisfecha.

Estuvo a punto de abofetearle, pero Carlo salvo la situación con su característico buen humor.

-Hola amigo, soy Carlo.

Carlo había extendido su mano para saludarle y todos se dieron cuenta de que Michael apretó los puños antes de corresponderle.

-Michael.

-Cómo has dicho, es tu sustituto así que te agradecería que sacases tus cosas y te marcharas.

Ambos hombres se miraban intentando calibrarse.

-Querida, yo no estoy contratado, así que no puedes echarme y en cuanto a ti...Eres muy joven, no sabes dónde te metes.

-Tranquilo compadre soy jasp

Carlo y la joven se echaron a reír, hecho que origino que Michael rechinara los dientes.

-Seguramente me arrepienta por preguntarlo, pero ¿Qué demonios es jasp?

-Tu ves poca televisión, mi hermano. Joven, aunque sobradamente preparado.

-Luego sacare mis cosas.

Carlo se acercó hasta ella puesto que parecía a punto de derrumbarse y la abrazo, para tranquilizarla y susurrarla al oído.

-Tenías razón, es difícil de resistir. Y ¿Sabes qué? No creo que realmente piense que entre tú y yo hay algo, ha sido su primera reacción, aunque también sé que esta celoso, muy celoso, estuvo a punto de pegarme y eso no me gusta, hubiese roto mi bonito perfil.

Eso la hizo reír.

Eso es lo que vio Michael. Una pareja abrazada, haciéndose arrumacos y riéndose de sus confidencias.

Se le estaba bien por ser tan tonto de espiarla, por ser tan noble de no querer hacer daño al mujeriego de su primo, por hacer caso de su nona y por entregar su corazón a una maldita...

Mesalina.

Cuando fue a recoger sus cosas del cuarto femenino, advirtió que no estaban las cosas de Carlo. Así que cuando se hubo mudado, la busco.

Nuevamente no le gusto lo que vio, estaba demacrada, ojerosa y como no, triste.

Esa era una de las tantas cosas que le gustaban de ella, y que al mismo tiempo quería erradicar.

-Quiero hablar contigo.

Ella puso cara de dolor.

-¿Es necesario?

-Sí.

-Empieza.

-¿Por qué demonios fuiste a la boda de Ferrer?

-Fue mi novio, me invito y lo principal es que es mi amigo.

-¿Tu amigo? ¿Cómo puede ser tu amigo si le traicionaste conmigo? No se lo dijiste ¿No es así?

-No hizo falta. El se dio cuenta. Sumo dos y dos, y saco sus conclusiones.

-¿No me vas a decir que no le importo?

-No mucho. Lamento que no fuésemos sinceros con él, puesto que nos quería a los dos.

-¿Y ya está?

-No, no está. Te echo de menos, se corrió dos juergas, le presente a mi ex-jefa de cuando trabajaba en el museo y se casó.

-Bien, eso puedo entenderlo ¡¿Pero por qué demonios fuiste a quejarte con mi Nona?¡

-No sé de qué me estás hablando.

-Estuviste dándole quejas sobre mi persona a mi abuela, ella me llamo para darme un buen tirón de pelos y exigirme que hiciera bien las cosas.

-Sigo sin saber a qué te refieres. Durante toda la boda solo hable con una anciana muy simpática y con los novios. Tras la fiesta, regrese.

-Esa simpática anciana, debió ser mi nona y como te he dicho me llamo...

La joven palideció.

-¡Dios mi¡ Yo le conté ...No puedo hacerme una idea de lo que te contó, de lo que te dijo para que a mi regreso estuvieses aquí, con las puertas y todo ese material ...

-Te recuerdo que la una boda Italiana dura dos días y otro más del vuelo...

-Aun así...¿Qué te dijo?

-Tan solo me ordeno poner orden en la vida de ambos.

-Pues mi vida ya está en orden, puedes irte por dónde has venido.

-Eres una mentirosa. Sabes perfectamente que te altero la respiración, los latidos del corazón y hasta tu mente... Estamos ligados para siempre. Fui tu primer hombre y me perteneces.

-Pues tú eres un cavernícola engreído. Puede ser cierto que tu físico me atrae, pero solo es eso una reacción física y cualquier hombre que me agrade puede ocupar tu lugar.

-¿Por eso te has traído al chico cubano? ¿Para sustituirme?

-Ya estas sustituido. Sabes perfectamente la fama que tienen los hombres cubanos y te puedo asegurar que es merecida.

-Yo hubiera dicho que Carlo se inclina más por los de su propio sexo.

-Eso te gustaría para tu tranquilidad. Carlo es lo suficientemente hombre como para no tener ninguna preferencia sexual y yo particularmente lo admiro. No sabes lo que he aprendido con él y sus amigos, podría hacerte cosas que jamás olvidarías, incluso quizás fueses tú al que se le alterara la respiración y el corazón cuando me vieses.

-Tienes ganas de pelea Clau y estoy lo bastante furioso como para dártela, así que por favor no me provoques más y dime porque te marchaste a la mañana siguiente, teníamos que hablar, yo había venido a solucionar las cosas.

-¡Vaya¡ Bonita forma tienes de solucionar las cosas, tirándome de espaldas y abriéndome de piernas ...

-¡Maldita mujer¡ No te oí protestar en ningún momento.

-Prefiero participar en las violaciones, es más satisfactorio, además como tú sabes muy bien, sabes hacer disfrutar a una mujer ¿Por qué no disfrutar?

Michael se marchó furioso con ella, consigo mismo y con la nona que le convenció de que esa mujer estaba enamorada de él.

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