A la espera

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Miró hacia la puerta por centésima vez. Se regañó mentalmente al sentirse desilusionado por no verlo entrar; él ya le había dicho que llegaría un poco después del mediodía.

Alisó con las manos las sábanas sobre las que estaba y dio palmaditas al colchón. Revisó a su alrededor para asegurar que todo seguía perfecto como hacía un minuto.

Aquel lugar era realmente agradable, con las paredes blancas y el techo alto. Era una sola habitación con un baño, pero con el suficiente espacio para una enorme cama con dosel; una pequeña barra, un frigobar y alacena en una esquina; un largo sillón y un televisor en la otra. Debía agradecer infinitamente a Suho por todo aquello.

Suspiró. Ahora tenía la necesidad de alisar cada hilo de la felpuda alfombra beige a los pies de la cama. Las ansias no eran buenas en su persona, no podía lidiar bien con ellas. La gente solía creer que sí, que su semblante serio le daba alguna clase de inmunidad, pero no era el caso, sólo lo desconectaba y pretendía que no le importaba, cuando en realidad estaba gritando por dentro.

Tomó el libro en su regazo, haciendo caso a su instinto y pensar en otra cosa. Abrió el capítulo once de "Lo que sé de los hombrecillos", un regalo de un colega actor.

Estaba dando la vuelta a la página cuando sintió un peso sobre el colchón, del lado de sus pies. Ilusionado volteó a ver, para encontrarse con la sonriente cara de Xiumin.

—¿Qué haces? —preguntó ignorando el rostro desilusionado de su compañero.

—¿No es obvio? —acomodó sus gafas.

La sonrisa de Xiumin se amplió mientras sostenía su cara entre sus manos, como un pequeño niño a punto de hacer miles de preguntas a la víctima de turno.

—¿Y ya estás listo? —sus ojos brillaron con travesura.

«Oh no, ¿aquí nunca nada será un secreto?», maldijo por lo bajo.

—¿Qué? ¿Creíste que no me enteraría? ¿Qué algo como esto escaparía de mi conocimiento? —movió la cabeza con incredulidad—. ¡En serio lo creíste! —comenzó a reír con fuerza a la vez que rodaba por el colchón.

Estaba al tanto que Xiumin se había enterado de aquella habitación, pero no que conocía su propósito. De alguna manera se las había arreglado para averiguarlo. A veces creía que se aprovechaba de ser su hyung y de ser el único al que no podía aplacar.

—¿Ya terminaste de burlarte? —pretendió volver a su lectura mientras controlaba el sonrojo en sus mejillas.

—Umm —lo pensó por un segundo con el dedo golpeando la esquina de su boca. Sus gestos eran realmente infantiles—. No lo sé —jugó. Y entonces pareció reparar en algo en el cuerpo ajeno, porque lo juzgó de pies a cabeza—. ¿Por qué no estás vestido de manera apropiada? —dijo con una cuasi indignación en su voz.

—¿A qué te refieres? —contestó con el ceño fruncido y a la defensiva.

¿Qué tenían de malo sus vaqueros negros y su camisa azul?

—¿Dónde está el atuendo sexy?¿En serio lo piensas esperar así? —se cruzó de brazos y movió la cabeza con desaprobación.

Como por instinto revisó su ropa con vergüenza, y pensó que tal vez su camisa era un poco grande. Alzó la vista con la cara totalmente roja.

Minseok dejó escapar una risilla mientras se apresuraba a su lado para abrazarlo y plantarle un beso en la mejilla.

—Eres adorable, KyungSoo.

—No —lo miró mal, pero no se apartó del abrazo.

No le importó en lo absoluto el amenazador tono grueso de su voz porque sonrió y lo abrazó más fuerte.

Tras las pequeñas ventanas [KaiSoo]|EXO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora