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intro

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Wong Yukhei tenía una vida bastante normal y promedio para ser quien es. Es decir, es la vida común de un adulto joven como lo es él, a sus 19 años, quien hace casi 2 años había llegado a Seúl, Corea del Sur, para continuar con sus estudios en una de las universidades más prestigiosas del lugar, la más cara que el dinero de sus padres podía pagar. No le tomó casi nada de tiempo encontrar un lugar para vivir. Sus padres por supuesto querían que viviera en la zona más exclusiva del centro, pero él simplemente se negó y decidió quedarse con un departamento lo suficientemente normal con espacio para una persona y quizá un poco más.

A pesar de poder usar el dinero que quisiera, nada más se limitó a tener algo bastante promedio. Claro que se daba sus lujos cuando quería, pero siempre de forma discreta. Total, nadie iba a ver sus tarjetas de crédito.

Su vida social era algo un tanto distinto, era bastante popular entre sus compañeros y colegas; sin embargo, contaba con una muy reducida cantidad de verdaderos amigos. Daba igual. Salía con gente, iba a fiestas, viajaba y más. Último viajó a su amado Hong Kong a visitar a su familia por vacaciones.

No esperaba que su familia lo recibiera con una gran reunión en su nada modesta casa. Habían varias personas por todos lados, familiares que no había visto hace muchos años ya y entre otros, amigos de sus padres. Realmente no es un malagradecido, es decir, esta bienvenida era bastante, ¿halagadora? Pero lo único que quería después de un largo vuelo era tirarse a dormir por horas en su cama. Cosa que no podría ser posible al ver como sus padres se acercaban con gente para que salude. Siempre presumían a Yukhei con orgullo, su hijo mayor cursando una exitosa carrera de arquitectura en Seúl, un muchacho bastante dedicado y bueno en casi todo lo que se proponía, alto y atractivo. Todo un hombre grande, decían sus tías, haciéndolo sentir para nada como un hombre, sino como un niño.

En fin, eso hasta que sus papás llevaron a sus tíos frente suyo, a unos que ni siquiera recordaba al escuchar sus nombres, si no fuera por el apellido del hombre, no sabría que ese señor es primo de su padre.

—Ay, que grande y guapo estás Yukhei —otra vez, repetía su tía frente a él con una expresión de ternura.

—Ah... gracias —no sabía realmente que decir, ¿cómo haces conversación con personas que no recuerdas?

—Tus papás nos han contando bastante sobre ti —habló esta vez su tío—, así que planeas ser parte de la constructora Wong.

Él solo asiente con una sonrisa amable, pero sinceramente quiere dormir ahora mismo, está tan cansado. Escucha como los adultos hacen conversación y agradece porque no sabía como seguir.

—Nuestro hijo también se encuentra en Seúl ahora, solo que no ha podido venir en las vacaciones por... asuntos personales —la mujer se sonrojó con pena.

—Ah, ¿tienen un hijo?

—Y tres hijas, tus primas —sonrió esta vez con ternura nuevamente.

—Claro, hijo, tu primo Kunhang. Tiene tu edad —continuó su tío.

Yukhei parpadeó, por alguna razón si recordaba algo como estar persiguiendo a un niño, gritando su nombre y riendo, como a los 5 años.

—Yo creo que sin problemas, cuando Yukhei vuelva a Corea, puede encontrarse con Kunhang —dijo su padre, palmeando su hombro—. De paso, nos dices que tal está.

Su tía aclaró su garganta, bajando un poco la voz, como si tuviera vergüenza de que la escucharan y se acercó un poco al menor—. Pasa que nuestro hijo es un tanto... complicado. Y no nos hemos podido comunicar con él porque...