01. Maldito cerdo.

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Carolina del Norte, Estados Unidos.

11:04 p.m., 23 de Abril.

Metí todo lo que pude dentro de la maleta, todo lo que veía que podría ser mío en esta miserable casa sin mirar atrás, sin escuchar todo lo que no quería creerme y es que, lo que no soportaba eran las mentiras, el propio engaño de una persona a la que quisiste tanto.

—¡Por favor, Zaphire, escúchame! ¡Yo no quería que pasara esto!

Recogí más rápido, metí ya por último mis jabones en una pequeña bolsa para así ponerlas dentro de la maleta. Cerré esta con tanta brusquedad que me pillé el dedo indice sobre el cerrojo, por lo que pegué un pequeño grito de dolor mientras en la herida salía sangre, pero no importaba, ese dolor no era el más que dolía en ese preciso momento, si no el de la rabia.

—Oh, cariño, ¿te hiciste daño? déjame ver... —cogió mi muñeca para elevarla pero yo de un manotazo me solté de su agarre y le dí una gran cachetada.

—¡Apártate de mí, baboso! —dije al chico que estaba completamente desnudo justo al lado de mí, con la mejilla ahora roja y marcada mientras la chica rubia desnuda del fondo se sobresaltaba ante el acto.

Miserables.

Me dediqué a mirarles con cara de asco a ambos hasta que mis ojos solo se posaron en la rubia, lanzando una mirada desafiante y poco amable para la joven muchacha. Se la veía inocente, pero de inocente no tenía ni un pelo, así que me acerqué levemente a ella con el dedo alzado para señalarla, cayendo varias gotas de sangre por la herida.

—¡Más vale que no te vuelva a ver en lo que me queda de vida, porque te juro por todos los dioses que si eso pasa maldecirás incluso el día en que naciste, bastarda!

Sin más que añadir o hacer cogí mi maleta y salí por la puerta de entrada, cerrando con gran fuerza y furor caminando hasta donde estaba mi coche aparcado mientras mi ahora ex novio me estaba dando gritos pidiendo que volviera y lo habláramos, dejando la maleta en el maletero y subí sin espera al asiento del conductor. Arranco el coche y conduzco hasta el sitio donde sabía que nunca me llevaría una decepción.

Mientras conducía intentaba no pensar en lo que ví, en no pensar en el dolor que eso causaba pero era imposible ya que sin casi poder evitarlo mis ojos empezaban a bañarse en agua, veía la carretera borrosa y no podía distinguir muy bien a los coches. Me quité las lágrimas con una mano libre y continué conduciendo.

Hoy no me van a pasar más desgracias.

Cuando al fin llego a mi destino pude aparcar en el lugar más cercano que encontré, bajando así del coche esta vez con bastante pena dejando la maleta dentro y avancé con gran rapidez hasta la puerta de la casa, llamando una y otra vez al timbre mientras este sonaba por todo el interior de la casa.

—¡Ya va, ya va! ¿ya una no puede ir tranquila al baño? —dice la muchacha desde el interior de su casa hasta que al fin pudo abrir la puerta, su rostro al verme se apagó más de lo que estaba.— ¿Zaphire?

Cerré mis ojos al sentir que una lágrima había salido disparada de mis ojos y me abalancé a abrazarla con fuerza, acabando por llorar sobre sus hombros. Ella solo se limitó a devolverme el abrazo y a acariciar mi liso cabello con cuidado.

—Cielo, ¿qué ha pasado? ven, entra. —me dice en un tono tranquilizador y me entra en su casa.

Avanzamos hasta su salón y de ahí me senté en uno de sus sofás favoritos, de un color rojo oscuro y de una tela bastante cara en el mercado, siempre me decía que la clave no era parecer rica sino entrar en la mejor comodidad posible, y eso era tan cierto como las matemáticas.

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⏰ Última actualización: Dec 13, 2021 ⏰

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