París estaba de fiesta, pues esa noche, el único hijo del alcalde, contraería nupcias con la famosa estrella de rock, Lucette Couffaine.
Algo completamente extraño a ojos de todos, pues era obvio que ambos lo único que tenían en común era que radicaban en la ciudad del amor y estudiaron en la misma preparatoria.
Sin duda esa relación no tenía un buen futuro por delante.
Eso era lo que decían todos.
Por su parte, la joven pareja prefería hacer oídos sordos ante las críticas que la sociedad hacía respecto a su precipitado compromiso.
Realmente ya se habían acostumbrado a ser llamados tontos y locos, solo por amarse.
Vaya lógica parisina.
—Lucette...
—¿No ha llegado?
El recién llegado negó, notando como el rostro de su hermana emanaba entera preocupación.
—Ese niño de papi, sabía que no era bueno para ti, nuestro padre te lo dijo, debiste hacernos caso, era obvio que él no quería nada serio contigo.
La de mechas azuladas no dijo nada, simplemente se levantó y encamino a la salida de aquel cuarto donde la tenían esperando hasta que su prometido llegará.
Ya llevaba mucho tiempo ahí, pero aún así se negaba a pensar que él se atrevería a algo tan bajo como dejarla plantada el día de su boda, el día que con tantas ansias habían estado esperando desde el primer instante en el que sus miradas se encontraron por primera vez.
—¿A dónde vas?— cuestionó preocupado al ver que la joven abría la puerta. —¿Quieres que nos vayamos a casa?
La de ojos azules lo miró de reojo, negando ante su cuestión.
—Voy a buscarlo, algo tiene que haberle pasado como para que no haya llegado aún.— suspiró. —Encargate de los invitados, yo iré por Colín.
—Pero Lucette...
—Un favor.— murmuró. —Solo te estoy pidiendo un maldito favor.
El de cabellera morada no dijo nada, permitiendo que la menor saliera de la estancia dispuesta a ir en busca de su prometido.
Sólo esperaba que no se acabará llevando una decepción más.
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[OS] [Genderbend] Lukloé ▪ 🄿🅂🅈🄲🄷🄾 ▪
FanfictionEstaba harta, era su vida y no soportaba que todos se metieran en ella. Si, peleaban. Si, se enojaban. Si, se deprimian. Pero jamás, por ningún motivo, habían dejado de amarse. Quizá su forma de amar era extraña y por ese motivo decían que estab...