Todo se empieza desde cero.

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Toda mi vida creí en el amor, era la típica chica empedernida que amaba las comedias románticas, amaba ver la serie de crepúsculo y llorar al final de bajo la misma estrella, él muere si.
En mis inicios de vida universitaria buscaba con anhelo ese amor, esa caída de libro y tocada de manos, esa chica nerd con su chico popular, costó encontrar un amor, o por decirlo así, costó encontrar amor propio, y un camino para encontrarme a mí misma, se entiende que tocamos fondo, que chocamos con pared, claro, mis historias trágicas era más que chocar con paredes, eran una caída de un edificio muy alto.
Comencé a conocer ese sentimiento de burbujeo, ese color en mis mejillas al sentirme atraía por un muchacho, eso fue aproximadamente en mi cumpleaños número 12,con mi vecino Dilan, Dilan Brouse, un chico flacuchento, de piel morena, tenía un aspecto tranquilo y drogado siempre, mamá lo odiaba, solía mencionar que era un niño raro, y que no le gustaba que viniera a verme, solía salir a verlo los sábados en la noche, donde nos reuníamos a jugar quedo, y escondido, solo así podiamos hablar, y intercambiar miradas que no interpretaban más que un sentimiento extraño, una semana después de esos encuentros fuera mi casa, Dilan me dejó, por su mejor amiga, una niña risueña de pelo castaño largo, trato de justificar su amor por ella, de una manera rara, asentí con la cabeza, mi primera decepción amorosa, no sentí nada, creí que tal vez ese era lo que tenía que sentir, nada, porque eso fuimos.
Al graduarme de la primaria, y entrar a un nuevo mundo llamado la secundaria, me emocionaba, me emocionaba la idea de las cosas que podía aprender, ya que donde vivía no conocía lo que había más allá de los carros color azul y negro que pasaban frente a mi casa, cuando jugaba en la acera.
Yo había crecido en un pequeño pueblo, lejos de la ciudad, con típicos problemas interfamiliares, una educación vaga en una escuelucha cerca de mi casa, donde conocí a mis primeras amigas, con las que solía sentarme a charlar de chicos y bailes, y a él primer chico que me gustó, solía jugar en un árbol de nance fuera de la escuela,donde me subía a el árbol y imaginaba que se sentiría volar, cerraba los ojos y dejaba que el viento tocará mi cara, era aquello mágico, algo que los adultos no entenderían.
Eso acababa cuando sonaba el timbre.
Cuando me gradué, deje atrás esas personas, cuyos nombres los tengo vagamente en mi memoria, y esa sensación de vuelo que sentía en aquel árbol de nance.

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⏰ Última actualización: Jan 12, 2020 ⏰

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