Me Gustas (Novela Abrahamer)

CAPITULO 10.

Lo admito: su sonrisa es preciosa. Es de esas que harían suspirar a cualquier chica, y aunque yo no lo refleje del todo, a mi también...

–Se esta haciendo un poco tarde -digo mirando el reloj que hay colgado de la pared.

–¿Ya te vas?

Asiento con la cabeza.

–Mi padre espera que esté en casa para comer.

–Pero... bueno, aún son las doce... podrías... no se, quedarte un poco más si quieres... -me dice tímido.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro sin darme cuenta. Es tan mono...

"¿Pero que dices, Sandra?", dice una vocecita en mi interior, "¿Desde cuando te fías de los chicos? ¿No ves que son todos iguales?"

Tengo la esperanza de que esa sea mi conciencia, y no que me esté volviendo loca...

Suspiro al pensar en ello. Yo siempre había sido un tanto fría con los chicos, y la pérdida de mi madre hizo que aún lo fuera más.

–No creo que sea buena idea... -digo levantándome del sofá.

Entonces, él me mira con cara de cachorrito abandonado. Si cree que voy a caer con eso, la lleva clara.

–Porfa... -me dice con un hilito de voz, lo que me hace reir.

–Bueno, vale...

He acabado cediendo, lo sé. Pero ¿que podía hacer? Si casi me estaba suplicando...

"Sí, sí, Sandra... Te quedas por eso...".

¡Ay, odio esta vocecita! Ojalá se calle ya...

"Lo dices porque sabes que tengo razón", se ríe de mí. Sí mi propia conciencia se ríe de mí, que triste ¿no?

La miro mal mentalmente. Acabo de descubrir que está ahí y ya quiero que se vaya... Que largo se me va a hacer el día...

–Ven -la voz de Abraham me saca de mi discusión con mi insoportable conciencia-, quiero enseñarte algo, sigueme.

Se levanta y me guía hacia una habitación que parece ser la suya.

"¡No entres, no entres, escapa ahora que puedes!", me dice la voz, una vez mas, como si estuviese viendo una película de miedo en la que yo soy la protagonista. En serio, me dan ganas de estrangularla.

Cuando cruzo la puerta, vuelvo a la realidad, y me sorprendo bastante.