7. Todo pasa

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Me duele la mano de tanto estar girando las tuercas de la llanta, estoy en medio de la nada y me afecta que la oscuridad se aproxime.

Ya no tengo que abrir la puerta de el auto, pues los rayos del sol se van apagando lentamente, y con ellos mi esperanza de encontrar a alguien por estos rumbos también desaparece. No fue tan buena idea haber salido de casa tan tarde, menos haber tomado la ruta más peligrosa y con la peor pavimentación, no estoy tan segura de cuánto tiempo llevo con el auto averiado aquí pero ya deben ser unas buenas horas.

Me molesta, me molesta muchísimo el hecho de haber traído a ese tipo loco a este lugar, ahora aquí me encuentro, sentada al lado del auto, con las oscuridad sobre mí y sin nadie que pueda ayudarme.

— Hey ¡hey tú! — escucho una voz hablarme con tono bajo


Miro hacia los lados y no veo a nadie, solo la infinita carretera de un extremo a otro.

— Hey, aquí estoy, mira estoy a un lado de ti


Observo a la chica, es mucho más joven que yo, de algunos 14 años, estaba a un lado de mí pero ¿de dónde salió? ¿Y en esta carretera tan oscura?

— Oye ¿Quién eres? ¿De dónde vienes? Estás en una carretera muy oscura

— Ven, aquí podemos pedir ayuda

— Espera, no puedo confiar tan fácil

— Vamos no pasa nada, mira vengo de acá

Entonces se levantó, la vi caminar, parecía que tenia una fractura en la pierna, se le veía cansada y pérdida, pero me sorprende que haya querido ayudarme.
Caminamos hasta una zanja, una muy grande y extraña, la zanja estaba a la orilla de la carretera, y dentro de ella se veía un cuerpo tirado, más bien, dos cuerpos tirados.

— ¿Qué hacemos aquí?

— Pedimos ayuda

— ¿A quién?

— Al Diablo

Fue ahí, cuando la chica me empujó a la Zanja y sentí caer.

Después desperté

Estaba dormida a mitad de la carretera, dentro del auto, recordé el sueño que había tenido hace unos segundos y mejor decidí bajarme a quitar la llanta y ajustar las tuercas.

Me duele la mano de tanto estar girando las tuercas de la llanta, estoy en medio de la nada y me afecta que la oscuridad se aproxime.

Ya no tengo que abrir la puerta de el auto, pues los rayos del sol se van apagando lentamente, y con ellos mi esperanza de encontrar a alguien por estos rumbos también desaparece. No fue tan buena idea haber salido de casa tan tarde, menos haber tomado la ruta más peligrosa y con la peor pavimentación, no estoy tan segura de cuánto tiempo llevo con el auto averiado aquí pero ya deben ser unas buenas horas.

Me molesta, me molesta muchísimo el hecho de haber traído a ese tipo loco a este lugar, ahora aquí me encuentro, sentada al lado del auto, con las oscuridad sobre mi y sin nadie que pueda ayudarme.


— Hey, ¡hey tú! — escucho una voz hablarme con tono bajo.

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