Memorias

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Poché

-¿Porque lloras mi niña? ¿Sabes que si te ocurre algo puedes contármelo no? Yo siempre voy a escucharte y aconsejarte de la mejor forma que sé para que te sientas bien, pero tienes que dejar que te ayude.

- ¿Nunca te vas a separar de mi verdad? Promete que siempre vamos a estar juntas, que me darás un abrazo siempre que lo necesite y que nunca soltarás mi mano.

-Nunca te voy a dejar mi pequeña estaré a tu lado en cada paso que des, acompañándote y luchando por ti y por tu felicidad.

-Te quiero mucho mamá.

-Yo a ti también hija.

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Me desperté sobresaltada, el corazón me latía rápidamente y sin ser consciente las lágrimas se resbalaban por mis mejillas a un ritmo descontrolado. Otra vez la pesadilla se repetía, como cada noche desde hace dos años, en ella veo a mi mamá, puedo escuchar su voz una vez más, siento el tacto de su suave piel contra mi rostro y promete que nunca va a separarse de mi. Pero por una vez no cumplió su promesa y se marchó, llevándose con ella todo de mi.

Su fallecimiento creó en mi una ansiedad que no fui capaz de controlar, y la manifestaba dañándome la cara, lo que provocó manchas en mi rostro y esto desencadenó una nueva inseguridad sobre mi, pero supongo que en ese momento no me importaba, sólo quería olvidar mi dolor por un instante y esa era la forma en la que lo hacía.

Fueron eventos tan traumáticos para mi que de alguna forma perdí la capacidad de amar a personas que no fuesen de mi familia, me creé un escudo para protegerme a mi misma. Me he llegado a sentir atraída por varias personas pero aunque quisiera avanzar mi mente no me lo permitía, sentía que cuantas menos personas entrasen a mi vida menos podrían marcharse.

El problema de todo esto es que me había convertido en una persona muy introvertida y eso sólo incrementaba mi sensación de soledad, además que fuese tan tímida tampoco ayudaba mucho.

Me pasaba cada día encerrada en mi habitación, perdiéndome en los recuerdos de mi pasado, y aunque la vida pasaba delante de mis ojos no me daba cuenta. Fueron muchos los intentos de mi papá por intentar animarme a que saliese de aquel bucle en el que había entrado, y aunque todos ellos fuesen en vano nunca se rendía, eso era algo que admiraba de él, como intentaba calmar su dolor a la vez que trataba de cuidarnos a Vale y a mi. Es la persona más buena, honesta y amable que nunca he conocido, y pienso que no podría haber tenido un mejor papá que él.

Aunque muchas veces he pensado en rendirme nunca he podido, no podía hacerle eso a mi familia. Cuando pensaba que ya no podía más solo me bastaba con mirar a mi hermanita, tenía una sonrisa capaz de animar a cualquiera y sus ojos transmitían una paz y una alegría que nunca había visto en alguien. Me prometí que iba a cuidarla cada día y que la apoyaría en todo momento ya que mi mamá no podía hacerlo. Porque sólo con verla a ella feliz algo se iluminaba dentro de mi y por un instante pensaba que todo podría salir bien.

Mi papá y yo tomamos la decisión de mudarnos a otra casa, sería una nueva forma de dejar el pasado atrás y crear nuevos recuerdos en familia que nos hicieran felices. Sabía que iba a ser difícil esta nueva etapa, tendría que ir a otra escuela, conocer más gente, adaptarme a un entorno diferente... Pero lo haría, no por mi, sino por mi papá y Vale, ellos tenían la oportunidad de ser felices de nuevo, y yo pues bueno, ya me acostumbraría ¿no?.

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Después de varios minutos retiré las lágrimas de mi rostro y me giré para ver la hora en mi celular, eran las 7:00 a.m, así que me levanté y me metí en la ducha para liberar un poco de estrés y despertarme. Hoy es mi primer día en la escuela y no voy a negar que tengo miedo de no encajar con nadie, o que tal vez no me acepten por mi forma de ser, con el tiempo me había vuelto muy reservada y no solía expresar mucho mis sentimientos, solo espero que sepan entenderme.

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