Capitulo 1 La ceremonia.

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Caminaba con los pies descalzos, las cuencas que se ceñían a mis tobillos, se me habían caído, para entonces había perdido las sandalias que adornaban mis pies, podía sentir el gemir de la tierra pidiendo ser sanada con un manto de paz y armonía, al entrar por los linderos que separan a Zambezia del Serengueti, no fui lo suficientemente fuerte, el humo, los gritos, el llorar de grandes y pequeños, el quejumbrar de la tierra, el cielo oscurecido, para ese entonces las nubes destilaban desesperanza.

Grandes charcos de sangre adornaban el suelo, entre los no muy profundos hoyos de la tierra se podía ver la sangre danzar y serpentear, las chozas reales ardían como si mil soles las hubiesen mirado de cerca, los muros de la aldea estaban derrumbados, los hombres y las mujeres corrían de un lugar a otro, desesperados.

Pero este lugar no siempre fue así, en realidad Zambezia es una extensión del paraíso, dejada por nuestras ancestras, ubicada al este de la majestuosa Llanura del Serengueti, lugar de nacimiento de las especies más exóticas del mundo.

Mi amada Zambezia es un lugar de tradiciones importantes y sobre todo de raíces religiosas fuertes, las costumbres protectoras van de generación en generación, como era de esperarse algún día me tocaría, pues ayer efectivamente era mi turno de tomar el tótem de mi familia, la ceremonia había comenzado, ya las Ancianas estaban cada uno en su posición tradicional.

Observaba de lejos como el pueblo acudió al llamado de las Hermanas, grandes y pequeños estaban de pie, el corazón me gritaba ¡Es tu destino! pero el miedo y la desesperación fueron más fuertes que yo, no sabía cómo abrir mi corazón para recibir la Fuerza de los Espíritus Animales que me correspondía por herencia, ¡Entonces hui! Decisión que escupió en la cara a todos los pobladores de Zambezia, aun a los de más lejos hasta llegar a Zambábua.

Entonces para cuando todos notaran mi ausencia seria tarde, estaba en la dilatada y árida llanura del Serengueti, los finísimos rayos del sol tostaban la inmensa llanura, la cual al mismo tiempo era brisada por un calor suave y ligero, el viento soplaba entre cada hoja y árbol que se encontraba en la hermosa explanada, el sonido de cada animal le daba un toque majestuoso, el cielo resplandecía como nunca, cada nube le daba un toque mágico.

Los ñúes corrían libremente, el viento danzaba entre sus pelos, los elefantes abrazaban con sus largas trompas a sus tiernas crías, los grandes avestruces clavaban sus miradas alertas en mí, dispuestos a salir corriendo si la situación lo ameritara, las gacelas saltaban entre los matorrales, algunas dormían plácidamente abrazadas por el calor, otras se les podía ver como buscaban parejas para el tiempo frio.

Entre manchas y cicatrices, se encontraban los felinos más rápidos y salvajes de toda la llanura, los temibles leopardos, en manadas de cinco o seis, se daban amor, el calor que bañaba su cuerpo los obligaba a lamerse uno con otros con la intencionalidad de sacudirse el fatídico calor.

Los ojos seductores de la muerte se reflejaban en los cocodrilos, al mismo tiempo que irradiaban inseguridad, las jirafas daban amor a sus crías, enrollándose unas a otras con intención de dar paz a sus compañeros, y a millares de distancia, en lo más alto, se encontraba encorvado el feroz león, sediento de sangre y venganza, entre sus dientes se movía la sonrisa de la muerte súbita.

Recuerdos, tantos recuerdos de mi infancia, solía escaparme de casa para venir aquí, pasar largas horas en mi verdadera casa, donde podía ser libre, donde mis pensamientos eran inyectados por dosis de paz incalculable, columpiarme entre los árboles casi secos y escuchar sus insaciables quejidos, ver caer las hojas que anhelaban besar el piso y acariciarla en un son musical hasta que la muerte las separe.

Cuando me cansaba de correr entre los grandes pastizales, solía imaginar que era una leona (que ironía) y me arrastraba por el suelo hasta acercarme a una gacela y balancearme sobre ella; perseguirla hasta que mi cuerpo no aguantara de tanto cansancio, esas experiencias estarán gradabas eternamente en mí.

Bien cabe el dicho lo que el viejo ve estando sentado, no lo percibe el joven que está de pie, fueron muchas las veces que tuve que soportar el regaño de mi madre, pero este suelo contiene mis secretos, los profundos, los simples, los largos y los cortos.

Pero aquí estoy tal como soy, acostada sobre la tierra que me ama, la que me vio crecer, la que siempre me decía, llegarás lejos, la que me decía algo grande te espera, esta tierra que se había tragado hasta su estómago toda mi felicidad, ahora después de haber saboreado la miel, le toca comer amarga hiel.

En fin, la noche me sedujo y me atrapó con la expansión de sus estrellas, cada una con un secreto que no quería contar, me invadieron tantas preguntas que mi única salida fue una lagrima que respondió a ellas sinceramente.

No les puedo negar que recibí energía de aquella hermosa tierra, el mover de los pastizales me calmaban el alma, estaba ignorante a lo que pasaba a kilómetros de mi esfera perfecta e irrompible, y me quedé profundamente dormida.

Descansé hasta que el silencio y el arder me despertaron, el cielo me despertó al gritarme tan fuerte, ¡Los tuyos mueren! que di un salto de medio metro, corrí hacia la aldea, camino que me pareció eterno, sus veredas no tenían fin, en ese momento, sentía que estaba corriendo en círculos, si en círculos, mientras más cerca estaba, más oía el gritar de mi gente. Gritos que destrozaban el alma de quien escuchara, gritos que lastimaban el oído de tanta agonía.

Aquí estamos, donde comencé a relatar, cuando llegué no fui lo suficientemente fuerte, mis rodillas se debilitaron, el cinto que traía en la frente, se desprendió, traté de mantenerme en pie... todo se tornó más y más oscuro hasta que me desmayé, cuando desperté ya era tarde, la mitad de la aldea estaba quemada y la otra parte sobrevivió con heridas y cicatrices, que trascendían no solo en el cuerpo sino también en el alma.

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⏰ Last updated: Jan 16, 2020 ⏰

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La Travesía de Amaya.Where stories live. Discover now