Mi Chico Malo» Joerick [EDITANDO]

34. No he dejado de amarte

Erick: -Hoy ando con el alma noble así que no, que no sean venenosas. Que no mate pero que duela.

Paolo: -¿Algo más?

Erick: - Creo que es todo...¡Espera!

Paolo: -¿Si?

Erick-: -¿Recuerdas a Jessica?

Paolo: -¿La que moría por ti, se te ponía de alfombra y comía los restos de comida que caían de tu mesa?

Erick: -Si, esa misma inútil. Encuéntrala y la traes, dile que estoy ansioso por verla.

Paolo: -O estas loco o quieres darle celos a alguien porque tú aborreces las chicas que mueren por servirte.

Erick: -¡Eso no te importa, transexual idiota!

Paolo: -Ya, relájate. No me hables así.

Erick: -¡Es que es lo mismo siempre! Metes las narices donde no te llaman. Ahora ¿lo harás o no? Para buscar a alguien más.

Paolo: -No no, yo lo haré con mucho gusto ¿A qué hora lo quieres?

Erick: -Las puertas estarán abiertas para los donantes, así que necesito a todos vestidos formalmente pero nadie con ropa interior. Cuando entren se tendrán que colar entre los demás, cuando yo de la señal todos se desnudan y comienza la fiesta.

Paolo: -¿Y cómo introduciremos el alcohol y la espuma?

Erick: -Al costado izquierdo de la entrada verás un árbol con una soga colgando de él. Ahí sujetas las cajas y el polvo para la espuma, el resto lo hago yo ¿comprendiste?

Paolo: -Si ¿a qué hora es la cena?

Erick: -A las 7:30 p.m. pero no deben venir todos juntos, si no que de pocos, el resto lo hablaremos aquí ¿Bien?

(Suena la puerta)

Paolo: -Si ya entiendo.

Erick: -Te dejo nos vemos mañana. No folles tan duro que te sofocas- colgué.

Joel: -Erick ¿Estás bien?

Erick: -Si, pasa.

Se abrió la puerta y Joel entró.

Joel: -¿Todo bien?

Erick: -¡Ya dije que si!

Joel: -Ya puedes bajar.

Erick: -¿Me estas corriendo?

Joel: -¿Por qué todo lo tomas mal?

Erick: -Porque todo lo dices mal.

Joel: -Erick- se acercó.

Erick: -No te acerques, no le pongas los cuernos a tu prometido.

Joel: -Aún no lo es. Hasta mañana.

Erick: -¿Osea que te quieres divertir conmigo mientas tanto?

Joel: -Sólo quiero tenerte por última vez. Me duele saber que nunca más podré estar contigo, te necesito.

Unió sus labios a los míos y yo lo correspondí, me besaba con desesperación y ansiedad, como si el mundo fuese a acabarse en unos instantes.

No podía podía rechazar el sabor de su labios y con mi beso aceptaba cualquier trato que me propusiera con tal de tenerlo una vez más.

Me empujó hasta mi cama y dejó caer su peso sobre mi haciéndome sentir el latido de su corazón a través de su camisa; este se aceleraba cada vez más, pero al unirse con el mío era un zumbido sincronizado que parecían encintarse y amarse con desesperación.