Capitulo 1

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Lauren Pov.

Los cálidos y reconfortantes rayos de sol acariciaban suavemente mi rostro mientras participaba en un apasionante partido de fútbol improvisado en la dorada arena de la playa. El intenso calor veraniego se hacía sentir, haciendo que pequeñas gotas de sudor recorrieron mi nuca y se deslizaron grácilmente por mi espalda. No era de extrañar, estábamos inmersas en un encuentro lleno de energía y emoción, junto a otras nueve chicas, todas ansiosas por demostrar sus habilidades en el terreno de juego. Los enérgicos gritos de aliento de los chicos resonaban a lo largo y ancho de la playa, siendo el eco animado de sus respectivos equipos.

En algún instante del apasionante partido, el destino me concedió el dominio absoluto del balón. Rápidamente, en mi mente, hice un veloz recuento del marcador, percatándome con determinación de que nos encontrábamos en un empate sin goles. Sin detenerme a reflexionar, impulsada por una ráfaga de adrenalina, me lancé con ímpetu hacia la portería del equipo rival, esquivando con destreza a las chicas que se interponían en mi camino. Mi única meta era clara y desafiante: anotar un gol glorioso que sellara la victoria para mi equipo.

Mis piernas se movían con agilidad y mis pies acariciaban el balón con maestría, llevándome más cerca de mi objetivo. Finalmente, llegué a la puerta enemiga, clavando mis ojos llenos de determinación en la figura imponente de la arquera rival. Sin titubeos, me acerqué con la pelota entre mis pies, y en un magistral regate, evadí su desesperado intento de bloquear mi avance. Con un toque de precisión y maestría, hice contacto con el balón, enviándolo con potencia hacia el fondo de la red. Un rugido de júbilo y euforia invadió el ambiente, mientras mi equipo se abalanzaba hacia mí en una avalancha de celebración. Habíamos alcanzado la cima de la gloria futbolística. Continuamos jugando durante unos emocionantes veinte minutos más, hasta que finalmente, el pitido del árbitro anunció el fin del partido, con un marcador que nos dejaba como victoriosas, con un resultado de 1-2 a favor de mi equipo.

¡Vaya, es la estrella del partido! - Escuché con satisfacción y asombro a mis espaldas, mientras saboreaba un refrescante sorbo de Gatorade para hidratarme. Volteé lentamente, y allí estaba él, mi novio Brad, con una sonrisa resplandeciente en su rostro. - Sabes... - se acercó a mí con paso decidido, arrebatándome la botella de mis manos para sellar nuestros labios en un beso lento y apasionado, al que no tardé en corresponder con fervor. - Lo estás haciendo increíblemente bien - comentó entre risas juguetonas, depositando delicados piquitos en mis labios.

Una sonrisa traviesa y coqueta se dibujó en mis labios mientras acariciaba suavemente su mejilla. - Aww... tú también estás jugando de maravilla... sabes... - susurré con picardía, dejando que mis palabras fluyeran como un susurro seductor. - Cuando comenzamos a salir, no sabías besar... - concluí con una mirada pícara, disfrutando de su confusión momentánea mientras intentaba descifrar mi comentario.

¿Perdón? - dijo con sorpresa, alejándose ligeramente de mí. - Me refería al fútbol - añadí rápidamente, dedicándole una dulce sonrisa para aclarar cualquier malentendido, antes de apartarme y buscar mis pertenencias dispersas por la arena.

Me despedí efusivamente de mis amigas, intercambiando risas y abrazos, antes de entrelazar mi mano con la de Brad y emprender un tranquilo paseo por la playa, disfrutando de la brisa marina y la cálida compañía del otro.

[....]

Pasaron algunos días, y la noticia golpeó como un vendaval en mi corazón. La escuela había tomado la desafortunada decisión de cerrar el club de fútbol femenino, basándose en la errónea creencia de que las chicas no mostraban suficiente interés. Llegaron a la absurda conclusión de que mantener el equipo sería una pérdida de dinero. Esto generó un encendido debate entre el entrenador y el equipo masculino, en el que el machismo emergió con fuerza, dejando al descubierto su feo rostro. "Los chicos son mejores", afirmaron sin titubear, y, como resultado, se aseguraron su lugar en el presupuesto institucional, mientras nosotras, las chicas, nos quedamos sin equipo. Una injusticia palpable que dejó un amargo sabor en mi boca, y que además, tuvo consecuencias dolorosas en mi relación con Brad, ya que sus comentarios machistas quedaron al descubierto, recordándome que él era el capitán del equipo masculino.

El fútbol, sin lugar a dudas, era mi pasión desbordante. Desde los tiernos seis años, había abrazado este deporte con un amor inquebrantable. Aunque cada vez que mi madre me veía con una pelota en las manos, le provocaba un mini infarto momentáneo, yo seguía adelante con valentía y determinación. Mi padre, por otro lado, mostraba indiferencia hacia mi pasión futbolística, sin prestarle mayor atención. Pero lo único que le preocupaba era que mi madre no lo llamara un día, llena de preocupación, para contarle que su hija estaba embarazada a una edad temprana y desafiante.

El fútbol era mi escape, mi fuente de alegría y realización personal. A través de cada partido, cada jugada y cada gol, encontraba una liberación única que me permitía desafiar las expectativas y romper las barreras impuestas por la sociedad. Era mi manera de demostrar que las chicas también éramos capaces de brillar en el deporte, de superar obstáculos y de dejar una huella imborrable en el campo de juego.

A pesar de la desilusión y el dolor que acompañaron la noticia del cierre del club de fútbol femenino, me negaba a dejar que mi pasión se extinguiera. Porque en mi corazón, el amor por el fútbol ardía como una llama inextinguible, lista para desafiar cualquier obstáculo y enfrentar cualquier adversidad. Sabía que seguiría luchando, buscando nuevas oportunidades para jugar y demostrar mi valía en este deporte que me había enseñado tanto sobre perseverancia, trabajo en equipo y resiliencia.

Así, con la cabeza en alto y el fuego futbolístico ardiendo en mi interior, continué mi camino, sabiendo que mi amor por el fútbol no se apagaría jamás

Ella es el chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora