Acabas de colgar. Veo mi reflejo en la pantalla y estoy sonriendo fuerte. Ya hace un tiempo que es así. Te escucho y, según sea necesario, me llevas o me traes.
De vez en cuando regreso trescientos sesenta y cinco días atrás, solo un ratito, solo para ver. No te voy a contar de cuando todo dolía porque ya lo sabes, quiero hablarte de ahora. De cómo puedes abrazarme de todas las maneras posibles, con tus brazos, con tu voz, con solo pensarte. Y ahí estoy, protegida, segura, cerca, porque estás incluso cuando no. Mucho tuvimos que caminar para llegar aquí, fue largo y para nada recto pero así tenía que ser.