—Erick... ¿Por qué no quieres salir conmigo? —miré a mí lado con una ceja en alto, Micaela me había pedido hablar y desde hacía cinco minutos estaba en completo silencio, ¿Y era eso lo primero que me decía?
—Mica... ¿Por qué preguntas eso?
—Porque me gustas desde que llegaste hace tres años a esta escuela y nunca te has fijado en alguien... solamente quiero una oportunidad.
—Lo siento, pero no puedo. No es nada contigo, hemos hablado, sabes que mí prioridad es ser el mejor académicamente-
—Porque tú papá quiere que trabajes de empresario como él —terminó mí mítica frase y rodó los ojos —. Tienes catorce años, Erick. No estás en edad de andar pensando en trabajar, tienes que disfrutar.
—Hay gente con menor edad que ya andan fijándose en eso también. —aclaré recordando por décima vez en el día a Christopher, de quien no había vuelto a saber nada ni aunque hubiesen pasado tres años, ¿Alargó su viaje o volvió y no quiso saber nada de mí?
—Piénsalo, ¿Sí? a pesar de todo eres un buen hombre, y por eso me seguirás gustando. —finalizó la conversación y se inclinó a sostener mis mejillas para besarme.
La joven rubia se puso de pie y se alejó de aquella banca, empezando el camino a casa.
Cansado, solté un largo suspiro antes de irme del parque.
Volvía pateando una piedra por el camino, arrastrándola tal como mis pensamientos enredados.
—Matemáticas... bien. Inglés... no tanto. —repasaba las materias y lo que debía practicar para mejorar. Definitivamente los idiomas no eran mí fuerte.
—¡Por fin llegas! —gritó mí madre desde la entrada apenas pude doblar en la esquina —. ¡Apresúrate! —ingresó para colocarse el arete con el que batallaba.
—¿Qué pasa? —cerré una vez dentro y volví a poner mís manos en los bolsillos de mí chaqueta, observando con confusión la escena mís padres arreglándose con frenesí.
—¿No le dijiste? —habló mi papá mientras arreglaba su corbata.
—¡No pude verlo en todo el día, sale con esa chica y se olvida de nosotros! —respondió Daisy con indignación. Yo no entendía nada, ¿Por qué hablan como si no estuviera aquí?
—No estaba con Micaela. —atajé. Recién la había visto hacía treinta minutos en todo el día.
—Ya no importa —interrumpió mí padre —. Sube a cambiarte, iremos a un evento. Ponte el traje de azul marino, el que tú tía te trajo de París.
—Sabes que no quiero ir a esas reuniones.
—Ya no son únicamente reuniones. El señor Francisco ha preparado este evento para recibir a Christopher que volvió de Canadá, en honor a que será su segundo asistente.
—¿QUÉ? —alcé la voz, ambos me miraron inentendidos —. ¡¿Chris regresó?!
—Lo hubieses sabido si no te hubieras ido anoche a bailar y hoy desaparecer apenas despertaste. ¡Prepárate que Francisco debe ver qué tan apto te has puesto, así con dieciséis te tomará en cuenta!
Mí cuerpo tembló y como pude subí a mí habitación.
Retiré la dichosa vestimenta parisina y me vestí tras una rápida ducha, cepillé mí cabello con una mínima de gel, lo tenía bastante largo, me rehusaba a quitármelo.
Me di una última mirada en el espejo y bajé con locura y nerviosismo, ¡Christopher volvió!
—Mí amor, en qué hombre tan guapo te estás convirtiendo.

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𝐕𝙤𝙡𝙫e͟r͟𝙩𝙚 𝒂 𝐕e͟r͟ ˙ . ⨾ 𖦹 ˙- 𝙘𝙝𝙧𝙞𝙨𝙚𝙧𝙞𝙘𝙠
Teen Fiction∘ ₊─ ✧₊∘ ⨾ Desde los días de primavera en que tuve el afán de conocerle ha permanecido grabado en mí como un casette infinito, la canción especial que jamás te agota, la flor del jardín que siempre resalta y roba tú mirada, el paisaje divinamente de...