Is Rock, baby.

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Y es que sí, aún lo recuerdo.

Contra una pared dejé pintados
Nuestros nombres enlazados
Salpicados con el aerosol.

Cuando tus ojos se volvían chiquitos cada vez que sonreías, cada vez que la adrenalina invadía tu cuerpo.

Cuando corrías desenfrenado por las calles de aquella inmensa ciudad.
Cuando la noche intentaba tragarnos.

Ahí estabas tú con tu hermosa sonrisa de despedida. Buscando de una u otra forma el momento en el que todo acabase.

Cuando tomabas mi mano para huir, para que nos refugiáramos en uno de esos tantos callejones que gustosos nos recibían a ambos. Lugares en los que dejábamos marcado el amor que nos teníamos.

Cuando tus manos jugaban libremente con las latas de aerosol en aquellas paredes, pintando un futuro incierto en el que te gustaría estar. Y cuando por accidente las dejaste caer provocando que la policía nos escuchase.

Recuerdo, claro que recuerdo tu rostro aquella noche en aquella fría celda.

Sonreías, no parabas de sonreír. Y yo contigo lo hacía también. Deseando por lo bajo acabar con eso de una vez.

No dormiste en lo absoluto esa noche, mientras que con tus bonitos ojos me observabas y te limitabas a cantar. Decías que era para mantener la cordura.

Pero yo me preguntaba, ¿Cual?

Y junto a una leyenda que decía:
Escapemos de esta vida,
Viva el Che y los Rolling Stones.

Cuando tarareabas aquellas canciones que insistias en que te representaban yo solo asentía.
Mientras sonreía y tomaba tu rostro en mis manos te repetía una y otra vez que lo que tú pensabas estaba bien y que no debería existir nadie que te hiciera cambiar de opinión.

Porque los pensamientos propios, las leyes propias, las reglas propias y la vida propia muy pocas personas las tienen, y tú claramente eras el ejemplo de una de ellas.

Aún recuerdo cuando salimos de aquel lugar, cuando el policía nos dijo que podíamos irnos por falta de antecedentes.

Frunciste el ceño y murmuraste que eras un niño bueno.

Y sí, lo eras.

Con tus dieciocho años eras un niño tan bueno, tan lindo, tan... tan perdido.

Cuando llegamos a la esquina de tu casa me abrazaste y te negaste a soltarme, según tú no querías que me fuera, según yo no querías entrar a ese lugar.

Y me alejé de ti
Suerte que te perdí

Cuando comencé a alejarme te enojaste y me empujaste gritándole no se cuantas maldiciones a mi persona. Repitiendo de esa manera el cuento de nuestra vida.

Cuando tu ceño se fruncía, cuando tus pucheros aparecían y tus manos formaban unos puños. Volvíamos a la primera vez.

La vez en la que te encontré sollozando detrás de aquel enorme árbol, estabas hecho una furia. Golpeabas innumerable veces aquella madera y soltabas insultos a la nada. No sé que me había impulsado a abrazarte, pero aún si no lo sabía logré calmarte y eso era lo único que importaba.

Diste una gran batalla ese día después de simplemente decir:

"Yo solo quería que él fuera feliz"

O.S || Is Rock, baby || SooKaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora