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Estaba tratando de quedarme dormido cuando oí un gran ruido en la cocina, estaba asustado, quizá no tuve que haber leído historias de terror hasta muy tarde, pero me gustaban demaciado, mi primo Evan había estado diciendome que las leyera, y bueno, le hize caso, y la verdad mi primo no tenía muy buenas ideas, por lo que me dijo que en la noche era mucho mejor leerlas, y yo como un tonto lo eh echo y ahora estoy muerto del miedo. 

Con toda la valentía del mundo me levanté de la cama y me dirigí hacia la cocina con todas las precauciones posibles, incluso tome un bate de baseball que mantenía bajo mi cama. Entré y lo primero que ví fue la silueta de un hombre con terno, no podía ver su cara, que era lo mas terrible.

-¡Slendermaaaaaan!-grité, ya que esa fué una de las historias que estube leyendo.

Mi madre entró a la cocina poniendose una bata color rosa y con el pelo echo un desastre, prendió la luz y ví que no era slenderman, si no un traje de mi padre que estaba colgado por alguna razón en la cocina. 

-¿Podrías dejar de gritar?, tu padre tiene trabajo mañana y debe despertarse temprano, ve a dormir Frank, no quiero que luego te vuelvas a quedar dormido y llamen de la escuela por atrasos-dijo mi madre un poco furiosa. 

-Pero es que... aj, está bien mamá-. 

Mi madre subió a su cuarto y yo me quedé ahí un momento, realmente me había asustado, no era que la historia me diera miedo ni nada en lo absoluto, pero la verdad es que juraba haber visto algo orrible, despejé mi mente de esas tonterías y subí a dormir, me tapé con las sabanas hasta la cabeza y dormí profundamente. 

Iba en una carretera, mientras yo veía los paisajes y me sentía un poco triste, sentía algo en el corazón y no sabía que era, pero sin duda, tenía mucha nostalgia. 

En eso me despertó la alarma, ese sonido era uno de los que más odiaba en la vida, estiré el brazo y apagué la tonta alarma, ví la hora y estaba justa, iba a llegar bien, menos mal, porque el director me había dejado claro que si volvía a llegar atrasado me suspendería por algunas semanas, o me tendría alguna tarea, y por supuesto que no quería que pasara eso, a mi amigo le pasó y tuvo que limpiar los baños, que estaban asquerosos, incluso se pilló hasta con caca en las paredes, y yo no quería pasar por lo mismo. 

Una vez listo tomé mi mochila y bajé a desayunar, preparé café, leche con ceral, un jugo y también me serví un huevo frito con tocino, luego de comer, fuí a despedirme de mi mamá quien aún estaba durmiendo, me besó la mejilla y me dijo que tuviera un buen día.

En el camino tomé un cigarro y me dí cuenta que en la chaqueta no tenía el encendedor, ví a una camarera cerca que hablaba por teléfono mientras fumaba, así que decidí pedirle si me daba un poco de fuego. 

-No Jhon, claro que no, ¿crees que soy tonta?, eres un estúpido, jaja, está bien, adios-murmuro la mujer de unos 30 años a travez del teléfono. 

-Disculpe-dije con respeto-¿me podría convidar un poco de fuego?-. 

La mujer me miro de pies a cabeza, tenía el pelo café oscuro, de piel morena y tenía un tomate en el pelo.

-Claro chiquillo, ten- me entregó el encendedor con el cual inmediatamente encendí el cigarrillo.

-Gracias. 

-No es nada hombre, aunque creo que eres un poco joven para fumar-dijo dándome una sonrisa -si fuera tu madre te estaría regañando ahora mismo jaja- rió

 -La verdad es que no lo eh dicho a mi madre- dije sincero.

-Deberías de decirle, chico travieso, después te arrepentiras con problemas en los pulmones-dijo ella. 

-Lo tomaré en cuenta- dije sonriendo. 

-Tranquilo con el cambio de hoy, nada malo te va a pasar- dijo ella mirando fijamente mis ojos. 

-¿Qué está diciendo?- dije extrañado 

-Oh, nada, nada, me debo ir, adios- dijo dandose la vuelta.

-¡Espere!, su encendedor- dije dandoselo 

-Oh, tranquilo, es un obsequio-me sonrió y entró a la casa. 

Okay, eso fué raro. 

Tomé mi celular y mire la hora, mierda, estaba atrasado, fuí casi corriendo a la escuela y en la esquina boté el cigarro al piso, apagándolo con mi pie. Entré con prisa y me dirigí a a mi sala, con suerte aún no había llegado el profesor, de ser así mi castigo habría sido orrendo, fuí donde Marcus quien estaba con otros chicos conversando y los saludé con un abrazo amistoso. Luego de conversar con ellos un rato el profesor llegó así que me dirigí a mi respectivo puesto con Rebecca Levine, una muchacha delgada con el pelo negro, no hablaba con ella así que no sabía nada más. 

El profesor de lenguaje comenzó a hablar, no le preste atención para nada y me recosté en mi pupitre destinado a dormir un rato, cuando en unos segundos luego una señorita me viene a buscar diciendome que me venían a retirar mis padres de clases. Me extrañé mucho, jamás hacían eso, así que suponía que algo malo había pasado, tomé mis cosas y me dirigí a fuera, Marcus me preguntó qué había pasado, le dije que luego lo llamaría y el me levantó su pulgar diciendome que estaba bien. 

Bajé del segundo piso en donde se encontraba mi sala y me dirigí a la puerta de entrada. ahí estaba mi padre y mi madre con cara de preocupación, incluso a mi mamá se le notaba el maquillaje corrido lo que decía que quizá estubo llorando.

-¿Qué ocurre papá?- me dirigí a el para saber qué pasaba. 

-Ven, acompañanos- dijo poniendo su mano en mi espaldo y empujandome a salir. 

Salimos de la escuela y mi madre tenía algunas lágrimas en los ojos, que con rapidez limpió con un pañuelo. 

-¿Me puedes decir que ocurre?. 

-Estamos en quebra en mi empresa hijo, tendremos que mudarnos, hoy, si es posible, nos han embargado la casa- dijo a punto de llorar. 

Ví la camioneta y ahí estaba el sofá, nuestro refrigerador y todas las cosas de la casa, sí, esto no era una broma, definitivamente nos iríamos, y yo no estaba preparado para esto.

Conociendo un nuevo mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora