El mejor regalo

Buscando el arcoiris

Decidida a salir de su "vida perfecta" Kagura toma una decisión crucial que la ayudará a encontrar el arco iris que desde hace mucho necesitaba.

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Después de derrotar a la Shadow Line y de su última aventura con sus "yo" infantiles; transcurrieron doce años.

Akira volvió a sus labores en el ressha junto a Wagon, el Conductor y Ticket.

Después de lo que parecía una eternidad, Mio y Tokatti se casaron.

Lo mismo sucedió con Hikari y Kagura, tan sólo un año después de su última aventura imaginatoria se comprometieron y se casaron.

Right cumplió su sueño de ir al espacio, trabaja para Lady en la Galaxy Line.

Pero tal parece que este futuro que se les presentó, no era el que esperaban, al menos no todos estaban conformes.

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Parecía un día normal en el hogar Nonomura; Hikari, como todos los días se preparaba para ir a dar sus clases y volver al despacho de detectives. Mientras tanto en la cocina, Kagura preparaba el desayuno para ella y su ahora, "esposo"; el resto del día se dedicaba al hogar, en su tiempo libre suele pintar o escribir algunos bocetos de historias.

― Hikari, toma aquí está tu café ― Anunció ella llegando al pequeño comedor, sin embargo tropezó con sus pies y la taza de café cayó al suelo rompiéndose, derramando así el líquido. ― ¡Hay, no puede ser! ― Se quejó ella agachándose para limpiar aquel desastre.

Pero antes de siquiera acercarse, Hikari le tomó la mano y la alejó. ― Déjalo así, puedes lastimarte. Yo lo limpiaré ― Declaró éste.

― Pero Hikari yo... ―

El joven a su lado la ignoró y prosiguió con la tarea de limpiar. Kagura formó un ligero mohín, pero optó por ponerse de pie y alejarse.

Así había sido siempre.

Si fuera la misma adolescente de cuando eran Toqgers agradecería con gusto la ayuda de Hikari, pero ahora era diferente.

Se abrazó a sí misma observando a quien hacía llamarse su esposo, mientras recogía aquel desastre, llevando los restos de la taza al cesto de la basura ubicado en la cocina.

Él la creía una inútil.

O al menos eso era lo que ella pensaba.

Y las acciones del joven Nonomura sólo confirmaban aquella simple teoría.

El aludido salió de la cocina observando su reloj de mano. ― ¡Rayos, se me está haciendo tarde! ― Exclamó para sí. Pero Kagura pudo oírlo. Se acercó a la mesita a recoger sus papeles y meterlos a su portafolio.

Su esposa seguía observándolo de reojo, sin decir alguna palabra.

― Bueno, me voy. Nos vemos a la cena Kagura ― Anunció acercándose a ella para darle un corto beso en la mejilla.

La aludida parecía absorta del mundo. ― Sí... que tengas un lindo día ― Fue lo único que salió de sus labios.

Hikari asintió, se puso su abrigo y salió de la casa.