Raíces

I

Hace demasiado tiempo tiempo, hace tanto tiempo que es imposible comprender, esta historia comenzó.

Era una tormenta de las peores que cualquier persona se pudiera imaginar, eso suponiendo que una persona existiera en esta época, el agua que caía del cielo como si las nubes fueran una corriente gigantesca que da paso a una catarata enorme, manchada de un tinte gris, por la ceniza de volcanes que en esos tiempos eran tan comunes. Entre el agua y el fuerte viento cargaban las esporas de diferentes plantas que intentaban sobrevivir ante las adversidades de la época, las tormentas arrasaban con las plantas para solamente quedar sus descendientes, expuestos a las dificultades de sus alrededores, un mal comienzo podría significar la extinción de todo un linaje de plantas que nunca se volvería a ver de la mano de la naturaleza.

Unos días después, cuando la tormenta había continuado con su camino y abandonado el lugar, toda la tierra estaba mezclada con ceniza, algunos restos de plantas por aquí y por allá, la mayoría de estos enterrados por la tierra que parecía más barro por lo empapada que estaba.

El primer día casi se logra secar sin embargo al caer la noche se volvió a humedecer, al día siguiente por fin se pudo secar lo suficiente para que lo que algún día serían fuertes plantas pudieran comenzar su aventura, lenta para nosotros con un concepto del tiempo por el cual apresurados venimos y nos vamos, pero para estas criaturas pacientes, no tienen ninguna prisa.

Las primeras manchas verdes comenzaban a aparecer en el suelo, principalmente musgos, una planta que parecía una ramita mostrándose tímidamente desde el suelo, como tomando un vistazo a este mundo insegura de crecer estaba en medio de toda la devastación.