Capitulo uno: el sueño

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   Llevo  diez minutos mirando la pared, la música comienza alejarse y toda la disco a mi alrededor se siente distante. Mi mente divaga en el pasado y el presente, más precisamente  en todo lo que sucedió estos seis meses para que hoy estuviera aquí sentada, con mi quinto vodka de la noche, solo mirando una pared oscura con luces de colores. De solo pensarlo quiero arrojar mi vaso y echarme a llorar.
  
Creo que venir a este bar no fue de las mejores ideas que Lizi ha tenido.  Hasta ahora, lo más interesante de la noche fue el momento en que un chico me invito un trago, pero luego alguien lo llamo y tuvo que irse.         
Desde entonces, mi cerebro no hizo más que pasarme todas las imágenes horribles de este último tiempo, cómo cuándo vi a mi pareja de toda mí adolescencia con otra en el baño de una fiesta o cómo desde entonces no pude aprobar un examen haciendo que mis padres me obligarán a trabajar y dejar la Universidad o peor aún cuándo perdí el empleo y tuve que dejar mí departamento para volver a la casa de mis padres. En fin, una cadena de fracasos.
   
Ya es momento de irme, nadie me extrañará y lizi sigue disfrutando de la noche.
   Pago mi último trago y me dirijo al baño. Bueno, estoy un poco mas ebria de lo que creía, me cuesta caminar con estos zapatos. Ya en el baño me mojo un poco la cara para espabilarme y salgo directo a la salida.

Mierda, mierda.

-¿¡Pero que te pasa!? no puedes ver donde caminas o que imbécil. - solté con furia al idiota que derramó su vaso sobre mi. 

-de que te quejas belleza si la camisa se te ve mucho mejor así- el simple hecho de escucharlo me dio nauseas.

   Quiero salir de este lugar de inmediato. Al parecer todos los hombres son unos completos idiotas.
 
  En el camino al auto comienzo a llorar, no puedo controlarlo, las lágrimas solo brotan de mí.   Desesperada me subo y me quedo derrochando lagrimas, expulsando todo el sufrimiento de mi cuerpo, deseando por tan solo una vez, olvidarlo todo.
 
  Busco mi celular y miro la hora ya casi las 3am. Con la manga de mi camisa me seco los ojos y arranco.
  
   El camino a casa esta mucho más silencioso de lo normal, no hay gente ni autos incluso todo se tornó algo... oscuro... como si las luces se fueran apagando de apoco, tornándose un ambiente un tanto siniestro.     

   Inevitablemente una sensación de alerta me abruma y acelero hasta frenar en un semáforo en  el mismo momento en  el que se apagan las luces y quedo en la oscuridad total. El pánico se apodera de mi. Las luces del auto también se han apagado.
¿Algo más podrá pasarme hoy?   

  Tomo mi celular nuevamente pero en cuanto empiezo a escribirle un texto a mi madre siento un golpe. ¡Wow! todo sucede en un segundo. Sin embargo, siento como si llevara 10 minutos mirando los ojos verdes atrapantes del joven que acaba de caer en el capo de mi auto.
  
  De repente un fuerte bocinazo me saca de ensueño. Entonces noto el semáforo en verde y una fila de autos detrás de mí. En medio de toda la confusión acelero y mientras salgo de ahí lo más rápido que puedo busco música en el estéreo, necesito estar bien despierta.
  
   Llego a casa y me bajo rápido del auto, sigo algo consternada. ¿cómo he podido dormirme al volante? tomo mi bolso y corro a la entrada. Abro y con sumo cuidado voy a  mi habitación, si bien ya tengo 23 años, si vivo en casa de mis padres siempre serán sus reglas, por lo que trato de no despertar a nadie ni de encender las luces, aunque eso me cueste varios golpes.
  
  Ya en mi habitación enciendo la luz, tiro mi bolso y me arrojó  sobre la cama envolviéndome lentamente en la suavidad de mi sabanas mientras me hundo en un profundo sueño…

…me siento algo confundida, todo a mi alrededor carece  de sentido. No sé a dónde me dirijo ni dónde estoy, e intento desesperadamente  reconocer el lugar. De alguna forma extraña, no me siento perdida del todo, como si hubiera estado antes hace muchos años precisamente aquí, en el bosque.
Hay arboles altos y todo tiene una tonalidad sombría, apuro el paso. Donde sea que este yendo espero que de menos miedo.
Un segundo  después mis pies se clavan en la tierra quedando completamente inmóvil, se terminó el bosque y delante de mi hay un descampado rodeado de árboles, perfectamente circular. Es hermoso, parece salido de un cuento. En el centro hay una silueta y por primera vez se porque estoy aquí, la imagen vista a la distancia me produce una paz que jamás había sentido. Rodeada entre la penumbra del bosque el ver a esa persona iluminada por la tenue luz de la luna me genera una sensación de familiaridad, como si esto lo fuera todo.
   Intento acercarme, pero no puedo. Dando paso nuevamente al miedo que se apodera de mí. Sin embargo, intento con todas mis fuerzas gritar y moverme. Quiero que sepa que estoy aquí ¡por favor solo mírame! pero nada sucede solo puedo observarlo como una pintura, a lo lejos. La angustia y desesperación me consumen, provocando que de la paz que sentí al inicio solo quede una sombra. De pronto, un ruido detrás de mi llama mí atención, pero no me giro a ver, mi cuerpo todavía no responde. Sólo puedo sentir a alguien pararse a unos centímetros de mí. Mí cuerpo se tensa por completo, mientras sigue avanzando hasta  estar tan cerca que puedo percibir su aroma y sentir el calor de su aliento en mi nuca. Me giro sin darme cuenta cómo y veo nuevamente un joven, pero sus ojos verdes son los que me atrapan. Te conozco…

Una mirada al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora