De aquel absurdo lugar solo me gustaba el olor a latas oxidadas y que de vez en cuando los rayos de Sol penetraban tímidamente por las ranuras de la ventana. Ya no hay forma, ya no hay estructura, ahora es caos. Ya no quedan paredes de color vainilla ni sonrisas en el balcón. Atrayéndonos y rechazándonos, paradoja necesaria en todo aquello que no se quiere que acabe. Hermoso equipaje, si lo último que se llevan los que se marchan es la imagen de tu cara. Aquel absurdo lugar está formado solamente por añicos de lo que fue. Ahora huele a tabaco y a podrido. Ya no hay barniz en las sillas de madera ni cuadros enmarcados. Hermoso equipaje, si lo último que se llevan los que se machan es tu postura en el sofá, o el repiqueteo de tus dedos contra el cristal. De aquel absurdo lugar solo me gustaba el sonido de tus llaves y los besos de despedida en el portal.
