El gato de José Watanabe

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Estoy esperando la vuelta del gato desconocido que cruzó el alféizar de mi ventana.
El alféizar corre a lo largo de varias ventanas. 
No tiene otro camino. Volverá
y esta vez mi imagen le será más cordial.


Pasó arrogante como un bello inmortal. 
Los gatos ignoran la contingencia de los torpes,
tropezar y caer.
Miden tan bien sus pasos cuando cazan o fugan, y nunca
nunca cara de extraviados. 
Así nos infunden en la ente su propio mito.
Y los mininos de viejas no los contradicen
porque gato es gato, dignísima fiera cuando la vieja duerme.


Los gatos son peligrosos para la poesía, pronto
acumulan adjetivos, mucho provocan, mucho seducen.
Por eso no espero limpiamente la vuelta del gato,
la mucha belleza me hace siempre perverso. Y digo:
está caído en la vereda, inmóvil, dirigiendo
hacia mi altísima ventana
su última y fosforescente mirada.

Gatos en PoesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora