II. ¿Hola, Steve!

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Capítulo II ¡Hola, Steve!

El sonido de un fuerte portazo sacó de su concentración a Tony quién pegó un brinco en su asiento debido al susto lo cual provocó que tirara en el proceso la pila de "importantes" papeles que había terminado de revisar —obligado por su asistente Pepper—, que al caer se mezclaron con aquellos que aún le faltaban, por lo que ahora tendría que volver a empezar de nuevo.

Enojado por esto, levantó la mirada del desastre para encarar con furia al responsable, encontrándose ni más ni menos que con su socio y mejor amigo Bruce Wayne, que con cara de culo se adentró en su oficina como Pedro por su casa, dejándose caer en su sofá favorito donde, al parecer, no pensaba moverse por un buen tiempo.

Resignado, exhaló suavemente para calmar su enfado porque si se tratara de otra persona ya lo habría puesto de patitas en la calle, pero bueno, era Bruce. Y un Bruce cabreado no eran buenas noticias para nadie que se le pusiera enfrente y realmente no quería tentar a su suerte al enfrentarse ante un experto en artes marciales mixtas. Y no es que le tuviera miedo, simplemente valoraba mucho su integridad física, gracias.

Claro que eso no le impediría al menos indagar el porqué del mal humor del otro, después de todo, los dramas existenciales de su amigo solían ser bastante entretenidos... Eso y que además, picaba su innata curiosidad por enterarse del chisme. Por tanto, hizo una simple pregunta para tantear el terreno, pues no era idiota.

—¿Mala noche?

El bufido irritado que recibió como respuesta le hizo saber que dio en el clavo, lo cual le recordó que la noche anterior, Bruce había asistido bastante animado a una gala benéfica en su lugar, por lo que podía asumir que lo que sea que lo tenía tan molesto ocurrió allí. El qué pudiese haber sido no le resultaba difícil imaginarlo ya que, aunque a su socio solían disgustarle muchas cosas, al ser de carácter poco tolerante, la mayoría de veces el asunto era referente a su vida personal. Y suponiendo que este fuese el motivo, sabía por experiencia que debía abordar las cosas con sumo cuidado de forma indirecta dejando que el otro introdujera por sí mismo el tema, así que comentó como quién no quiere la cosa.

—¿Sabes? Lo que necesitas es un...

—Si dices un Alfa, te romperé las piernas, Stark.

—Yo iba a decir un café. —sonrió inocente—. Pero creo, eso también te hace falta. —se burló, lo que hizo rodar los ojos ajenos aunque relajándolo lo suficiente para ceder un poco. Consciente de haber caído en su trampa, Tony pudo proseguir, ahora más confiado—. ¿Ahora me dirás qué pasó?

—Lo de siempre. —gruñó Bruce, irritado—. Un estúpido Alfa queriendo pasarse de listo: yo solo quería follar y él marcarme, así que le rompí la nariz.

—Aprovechando que estás fuera de tu cueva para poder divertirte, ¿eh? —sugirió Tony jocoso, riéndose internamente de la suerte del mísero Alfa que ingenuamente trató de aprovecharse de su amigo—. Pero bueno, si me preguntas —comentó casualmente—, eso te pasa porque das las señales equivocadas.

—¿Y cuáles son esas señales "equivocadas" según tú? —le espetó el hombre mientras fruncia el ceño.

—Déjame ver... —dijo el castaño con falsa meditación—. Eres un Omega maduro, millonario, solterón, en tus treintas, no enlazado, con cuatro hijos, uno biológico, tres adoptados y una más en proceso, sin Alfa o algo cercano a eso, que busca encuentros casuales dentro de su círculo social. Mmm... No sé, para mí eso grita: "Busco pareja".

—Eso es absurdo. —refutó Bruce haciendo una mueca disgustado—. Tú también estás en la misma situación y sin embargo, no veo que desfilen detrás de ti.

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