Hasta nunca Soubi

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Una fotografía maltratada y con una esquina un tanto consumida por el fuego se vislumbraba como la última posesión valiosa que el pelinegro guardaría en esa pequeña maleta color lila, esa maleta que a pesar de no tener un tamaño considerable sería su única compañía en el próximo viaje que le aguardaba cómplice al alcance de su ventana.

Era el momento de tomar una decisión definitiva respecto a su vida y a sus relaciones, si bien no se sentía precisamente como un adulto en casi ningún aspecto, con la edad que tenía justo ahora y las amargas experiencias que tanto Seime como Soubi se habían encargado de dejar marcadas en lo más profundo de su ser, ahora podía sin titubear conocer la respuesta a sus problemas, afrontar la realidad de los últimos casi 4 años y por fin encontrar las respuestas a aquellas pesadillas interminables que le mantenían preso entre dolor e incertidumbre.
Aceptaría la invitación a conocer la verdad sobre su pasado y futuro, aceptaría ver con sus propios ojos la realidad aunque eso significará quedar ciego o con el cuerpo deshecho, roto...
Iría a la escuela de Combatientes y Sacrificios... Aún si estaba sólo por ahora, iría por la resolución de tantos cuestionamientos nocturnos que le robaban el sueño hacía tantos pesados meses.

Las cargas eran ya demasiado para él, la desilución sabía peor que comer algo podrido, el saberse sólo ahora que todo el mundo se resquebrajaba encima suyo fue peor que volver a saber de Seime, a quien desconocía por completo en la actualidad, al tiempo que trataba de convencerse que ese Seime era un farsante y el real estaba muerto desde hacía años.

¿Qué quería ese supuesto Seime?, ¿Acaso le estaba jugando una broma?... No había manera de saberlo pero tampoco de descartarlo debido a que los sucios detalles sobre Soubi y su asquerosa obediencia eran completamente exclusivos de ellos dos... O actualmente de ellos tres ...

¿Qué haría Katsuko-san?, ¿Qué haría Yuiko o Yayoi?, ¿Qué haría Sou...bi?

Tantas dudas enredaban los pensamientos del pelinegro que se sentía a cada instante envuelto en una espesa telaraña, el shock de casi ser obligado a perder sus orejas para en seguida ser acosado por quién dice ser su amado hermano mayor que se supone está muerto y encima de todo aquello ese "hermano mayor" le hablase tan bruscamente, no son hechos que él pueda manejar con esa frialdad que le caracteriza.

... supongo que esto ha sido todo, no ha servido de mucho abandonar a mamá, ni la casa donde vivíamos, ni la escuela; haberse fugado con Soubi quizás no fue mi idea más brillante o acertada siendo que justo ahora haré lo mismo que en ese entonces... Huir...

Era terrible ese hueco en el estómago al notar que por muchas soluciones que buscará, Ritsuka no conseguía salir del círculo infinito de engaños, dolor e impotencia en el que llevaba siendo presa como lo es un pequeño gorrión en una jaula o como las hermosas mariposas clavadas con alfileres en las vitrinas para su exhibición que coleccionaba Soubi. La diferencia no era mínima junto a esa sensación aprisionante que le recordaba cuál miserable podía ser la vida en un tiempo corto.

Salió por la ventana procurando no generar ruido alguno, repasando mentalmente el camino al parque dónde había sido robado su primer beso, ahí sería la reunión con Ai y Midori, con ellos había quedado de verse para ir a Las Siete Lunas...
Era crucial ahora mismo enfrentar todo lo que tuviera que ver con su presente y pasado, tenía que esclarecer de una vez por todas si el tipo que tenía la misma voz de Seime era él, cómo es que seguía vivo, porque había hecho todo esto y que vínculo tenía con Soubi... Si bien hasta hoy sólo le había demostrado ser un mentiroso, un traidor y un pervertido, lastimosamente era tarde para borrar un cariño genuino que el menor le tenía al rubio pese a todas sus malas acciones... Era demasiado tarde para arrepentirse del amor que le tenía, sin embargo también era tarde para arrepentirse de decirle adiós para ir al encuentro de la verdad por muy cruda que fuese ésta.

Mirando por última vez a la distancia la casa donde había vivido los últimos meses, suspirando de forma melancólica y limpiando sus lágrimas, el pelinegro se puso la capucha de su chamarra negra y con maleta en mano echarse a correr hacia el bosque rumbo al parque teniendo en su cabeza una fría despedida con sabor amargo, una despedida silenciosa, unas palabras que no pensó tendría que decir...

-Hasta nunca... Soubi...

La inocencia que perdí || EN CURSO 2023||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora