Darla la señora que las cuidaba cuando ambos padres debían viajar estaba recostada sobre la puerta soyosando. Cuando levantó la mirada la vio a los ojos y comenzó a llorar, esta vez más fuerte.
Aceleré mi paso y cuando llegué a la puerta escuché lo peor que cualquier persona podría escuchar.
-Señorita, tengo entendido que sus padres son los señores Black no es así- dije que si con la cabeza sin poder encontrar las palabras - lamentamos decirle que sus padres han tenido un accidente al salir del aeropuerto…- y no pude escuchar más. Veía como el joven oficial movía sus labios pero no lo escuchaba. Ya no podía escuchar nada.
Esa noche mi vida cambió para siempre.
-Si tiene algún familiar o persona que pueda venir a hacerse cargo de ustedes hasta que la situación se resuelva es momento de llamarla- el policía continuó hablando -Una vez más lamentamos su pérdida.- Y sin más se fue. Dejándonos en la fría noche sin saber qué hacer.
10 años después.
-Iré a la empresa- les dije a mis hermanas que estaban desayunando en el bar de la amplia cocina.
-sería bueno que para variar alguna de ustedes se pase por ahí al menos para saludar- dije notablemente frustrada.-Eso te lo dejamos a ti hermanita- dijo Julia, la menor -yo hoy tengo el curso de ingreso que me obligaste a tomar recuerdas-
Julia tiene 18 años recién cumplidos, tenía ocho cuando nuestros padres murieron. Era hermosa como nuestra madre. Pelo rubio con largas ondas ojos color avellaneda y la piel blanca como la de papá. Sería más hermosa sin todos esos pircings y tatuajes cubriendo su cuerpo.
-Alguien debe pensar en tu futuro. Que nuestros padres nos hayan dejado una cuenta bancaria a rebosar no significa que debas hacer el vago toda tu vida nena.- trate de suavizar las últimas palabras para amortiguar su contestación pero fue imposible.
-PERO NUESTROS PADRES NO ESTÁN NO ES CIERTO.- vociferó.
-En su lugar te han dejado a ti para que nos digas que hacer verdad.- tomó su abrigo y su bolso y salió de la casa dando un portazo.El resto de mis hermanas me miraron con mala cara.
Acostumbrada a lo que se venía decidí marcharme sin más.
La relación con mis hermanas no hacía más que empeorar con el pasar de los años.
Nada de lo que hacía parecía caerles bien. Había tenido que suplir el lugar de mi madre y de mi padre a la vez y esa no era tarea fácil.
Con sólo 28 años llevo una vida de una persona de 50.
Sus hermanas habían ocupado los primeros años de su vida. Pero al crecer decidió tomar las riendas de su negocio y lo estaba haciendo de maravillas. Trabajar en publicidad le encantaba. Era además de la CEO de la empresa, la Directora Creativa.
Trabajaba a la par de sus empleados incansablemente.
Los años la habían convertido en una mujer sería. Poco conversadora y perfeccionista. Haber tenido que soportar las adolescencias de sus hermanas aún sin abandonar la suya y aquello, había hecho mella en su ser.
No había tenido novios, citas ni nada parecido. Era bonita, de curvas prominentes, ojos oscuros como los de su padre y pelo rubio natural pero al que había ido oscureciendo con el pasar de los años. Odiaba verse en el espejo y encontrar tanto de su madre en ella. No podía evitar culparla. Si no hubiera viajado al menos ahora la tendrían a ella.
Cuando recibió la noticia de que sus padres habían tenido un accidente, en el cual habían perdido la vida, regresaba de estar con su novio, sus planes durante horas sobre su vida fuera del país y como en unos meses estarían viviendo juntos quedaron en segundo plano. Su novio tuvo que marcharse sólo y ella, tuvo que hacerse cargo de todas las responsabilidades de sus padres.
Aún recordaba a Vincent. Hasta a veces se permitía pensar en eso que no pudo ser. Se imaginaba con sus propios hijos. Una casa. Su trabajo en la empresa que solo tomaría unas cuantas horas y al llegar su esposo la esperaría para cenar en familia.
Su vida se dividía entre el trabajo y sus hermanas.
Me había convencido de qué esa sería mi vida por el resto de lo que quedara de ella. Pero esa noche al llegar a casa después de una jornada laboral de 12 horas escuché lo impensado.
-Alguien debería decirle que se relaje. Lleva años diciéndonos que hacer- ya sabía quien era la dueña de esa voz .
-No digas eso Julia, todas sabemos que siempre a querido nuestro bien. Que sus métodos sean algo ortodoxos no quiere decir que sea mala- Lisa una de las mellizas contestó suavemente.
-Han visto la ropa que me ha comprado para mi primer día. Acaso es para una escuela de monjas- dijo mi hermana menor muy alterada.
Pensándolo bien la ropa era muy aburrida. Contuve una carcajada para que mis hermanas no se dieran cuenta de que las estaba espiando.
-La ropa es horrible- dijeron todas a coro y comenzaron a reír. Estuve a punto de salir de mi escondite cuando escuché hablar a Lola la que sigue después después mi.
-Es muy aburrida. Hace unos días atrás la invite a salir con mis amigos y me dijo que al día siguiente debía trabajar. Por el amor de dios quién en este mundo trabaja un domingo- las risas continuaron pero a mi ya no me resultaba divertido.
-Ni hablar de su humor de todos los días. Es insufrible. Deberíamos desterrarla de la casa- esta vez fue el turno de Beta su gemela.
Las risas continuaron.
-Pobre de su marido- dijo Anna.
-y eso si puede encontrar uno-
No supo quién lo dijo. Subió las escaleras hacia su habitación sin hacer ruido mientras escuchaba las risas de sus hermanas.
Abrí la puerta de mi habitación y cerré con llave.
Me quité la ropa para tomar un baño. Cuando ví mi rostro en el espejo no pude evitar romper a llorar. Mis hermanas tenían un concepto muy feo de mi. Después de haber renunciado a mi vida por ellas, lo mínimo que esperaba era un trato cordial.
Hasta la fecha seguía haciendo sacrificios por cada una y así era como me agradecían. Burlándose de mí a mis espaldas. Cuando pude calmarme tome un corto baño y después de cambiarme me fui a la cama.
Mañana sería otro día. Uno muy distinto. Las cosas iban a cambiar eso estaba claro.
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LUNA
RomanceLuna sentía que la vida se le iba de las manos. Cuantas veces más iba a tener que posponer sus sueños por el bienestar de sus hermanas. Miles fueron las veces que se había perdido de ir a fiestas por estar cuidando de sus ellas, nunca había renegad...