強力なダークロード

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¡Cómo has caído del cielo, oh lucero de la mañana, hijo de la aurora! Has sido derribado por tierra, tú que debilitabas a las naciones.
Isaías 14:12


La caída de Satanás y sus ángeles ha estado envuelta en misterio desde siempre. A lo largo de la historia de la Iglesia, los cristianos han considerado al diablo y a sus secuaces como ángeles que fueron creados por Dios pero cayeron en el pecado y la miseria. Sí, es una buena historia. Sí, tiene sentido cada parte de ella y no sería tan difícil para un creyente pensar que la caída de Lucifer pasó exactamente como se narra en la biblia. Sí, tiene sentido... Tiene sentido hasta que oyes la historia real detrás de la caída del ángel más majestuoso que ha pisado el cielo. Y si nada de lo que te contaron tus abuelos sobre el diablo fuese cierto, ¿cómo reaccionarias? ¿Te atreverías a explorar lo más profundo de la verdad nunca antes contada? ¿Estarías listo para saber, finalmente después de tanto tiempo, quién es el príncipe de las tinieblas del que tanto hablan?

En el cielo, antes de su rebelión, Jungkook era el ángel más honrado de todos. Su semblante, tan precioso que alcanzaba una perfección que sólo era posible para él, era apacible y denotaba felicidad. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles. Él fue el encargado de encender las primeras luces del universo, sus poderes no podían ser comparados por los de ningún otro ángel. Es por eso, que después de darle luz al mundo, Dios empezó a llamar a Jungkook como Lucifer, estrella de la mañana.

Pero al contrario de lo que cuenta la biblia, Jungkook jamás dejó que el poder que se le había otorgado se le subiera a la cabeza. Él nunca creyó que era mejor que los otros ángeles, ni decía merecer la adoración de todos. Tampoco tenía la intención de subir al trono y ser semejante a el "altísimo".

No, él nunca llegó a pensar que era mejor que Dios o su hijo Cristo. Porque para él, el único Dios más grande que Jehová, era cierto ángel risueño de rizos rubios y ojos color miel.

Sonrisa resplandeciente, risa inefable y unos labios, que irónicamente, significaban el más grande de los pecados. El ángel Jimin tenía la boca que ningún otro ángel tendría jamás, el ángel Jimin le parecía perfecto de formas que sólo un cristiano creería que Dios podría ser. Sus muslos eran majestuosos, tallados para ser fuertes. Su piel de vainilla brillaba, blanca como la nieve, y su torso marcado era la cura de todos sus males. El ángel Jimin le daba vida, una vida que ninguna oración le daría.

En un tiempo sólo lo había visto como un amigo, como un ángel más. Pero eso no duró mucho. Porque cuando empezaron a pasar más tiempo juntos, en el cielo y fuera de el, Jungkook se enamoró del ángel Jimin. Tanto que, cada vez que Dios los enviaba a una misión juntos, hacía todo lo que estuviese en su poder para que esta fuese bastante larga.

Así comenzó su amistad con Jimin. Al principio sólo hacían misiones juntos, pero habían terminado siendo los mejores amigos que el cielo tenía. Desarrollaron un vínculo más íntimo que el que tenían Dios y Jesucristo, algo tan puro y profundo como nunca lo hubo antes. El amor verdadero. El más inocente, genuino, y grande amor, que era y sería por los siglos de los siglos. El amor verdadero de los besos de los cuentos de hadas, ese amor. El amor que nadie había conocido, pero ellos sí.

Cuando se daba la ocasión, se bañaban juntos y desnudos en el mar de cristal. Corrían tomados de la mano por el campo, dormían abrazados debajo del árbol más alejado. No sabían lo que hacían, pero sí lo que sentían... Aunque no terminaran de descubrir que estaban enamorados. Se admiraban, se respetaban y deseaban la felicidad del otro sobre todas las cosas. Así se amaban, de esa manera tan intensa y pura. También se demostraban lo que sentían con besos en la frente, en la mejilla o abrazos largos y cargados de amor y ternura. Y se miraban, sí que lo hacían. Lo harían sin descansar ni un segundo. Se miraban, como si apreciaran desde lejos una obra de arte... Y se les notaban las ganas de poder rozar con la yema de sus dedos cada precioso detalle de esa obra de arte que tenían cara a cara.

ESTRELLA DE LA MAÑANA 地獄; KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora