ESTRELLA DE LA MAÑANA 地獄; KOOKMIN

s e g u n d a p a r t e (♥)

El beso que le dio Jungkook antes de hechizarlo. En eso estaba pensando el ángel Jimin en ese momento, con una imagen de Baphomet entre sus manos, rodeado de velas negras.

El hechizo no había funcionado con él, pues su amor por Lucifer era tan grande que ni la magia lo haría olvidarlo.

Pero sí había olvidado el camino a seguir para llegar al infierno. Así que de alguna manera u otra, su amor se le escapaba y no podía hacer nada.

Necesitaba a Jungkook, porque él quería que juntos lucharan contra el cielo, y que ganaran la batalla que la primera vez perdieron.

Y la única manera de volver a verlo, era invocándolo como Satanás. Jungkook se sacrificó por mí una vez, es mi turno. Se dijo a sí mismo el ángel.

— Ante el poderoso e inefable dios satán y ante la presencia de todos los demonios del infierno que son los verdaderos dioses, yo renuncio a cualquier tipo de lealtad pasada. — comenzó con voz frágil, temblando. Su garganta se cerró enseguida, y el aire empezó a faltarle —... ¡Yo renuncio al Dios judeocristiano Jehová, renuncio a su maligno y sin valor hijo, y también renuncio a el espíritu santo! — gritó con voz rota, sintiendo una opresión en el pecho para nada placentera. Su piel empezó a arder, su cuerpo celestial se quemaba en el pecado —. ¡Yo proclamo a Satán como mi único y verdadero dios! P-Prometo reconocerlo y honrarlo con todo lo que haga, sin ningún tipo de reservación. — empezó a temblar sin control, una brisa congelada lo golpeó y apagó la luz de las velas.

Sangre brotó de sus oídos, y lágrimas de sangre empezó a llorar aquel ángel pecador.

— ¡Y a cambio de mi alma, te ruego que te manifiestes ante mí! — abrazó contra su pecho la imagen de Baphomet —. Lo que quería, ahora es, ¡viva Satán!

Truenos y relámpagos pintaban el cielo, y Jimin no estaba listo para renunciar a Jungkook.

—. ¡IN NOMINE DEI NOSTRI SATANAS LUCIFERI EXCELSI...! ¡IN NOMINE DEI NOSTRI-...!

Y todo se volvió oscuro.

El diablo había aceptado su alma,

Y él ya no era un jodido ángel.

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Cuando el ángel despertó, estaba sobre el regazo del nuevo dueño de su alma, en el trono del infierno.

— Encontraste el camino de todos modos. — le susurró Jungkook cuando sus miradas se encontraron, sonriendo de aquella tierna manera que le decía: Mi alma la entregué a ti también, y desde hace ya mucho tiempo.

Aunque las heridas que habían dejado las dos fuertes alas que le arrebataron aún sangraban, el angel caído también sonrió, y dijo:— Ese beso no fue el fin, fue el comienzo.

Jungkook se rió de felicidad, besándole la frente repetidas veces, agradecido de que esta vez no lo hiciese porque se estaba despidiendo.

El principio del fin para el cielo,

Porque el infierno finalmente tenía a sus dos reyes.