Parte 1

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De momento la vida era una perra.

La gente le daba la espalda, el mundo causaba desastres, el dinero escasea en su billetera como el agua en un desierto, y el amor era frío e hipócrita. Definitivamente, la vida era una perra y de las buenas.

Izuku no era más que un joven en busca de trabajo, soltero, fanático de un actor modelo, antisocial, saco de boxeo para un boxeador de las calles, y un genio en puerta. Pero nunca se le dio bien conservar los empleos, ni hallar amigos mejores y sanos que Kacchan el Terrorista, y por supuesto, tener pareja.

¡Lo único que podía hacer era llorar por All Might en la película Comete este pelo!

¿Por qué vivía así? Porque la vida es una perra. Se lo repetía constantemente, cada mañana al verse en el espejo y hallar ojeras oscuras bajo sus ojos, y al deambular por las calles pidiendo trabajo y ser rechazado al instante en que decía mu.

Lo único que lo sacaba de la depresión era las películas de All Might, sus entrevistas en Háblame, ¡Plus Ultra!, los catálogos de ropa interior de la revista Héroe, y Cocina con All Might cada tarde. Aunque también ir a rezar a los templos, aunque no creyese en nada.

A veces solía ir a correr a las cinco de la mañana en busca de un flechazo, un primer amor, una primera mirada. En otras ocasiones iba a beber en Denki El Rayo y se quedaba en ese lugar hasta las siete de la mañana conversando con el barman sobre «La vida es una perra. Parte nueve».

Su madre siempre iba a su departamento, le limpiaba todo el lugar, le lavaba la ropa, y le hacía de comer. Inko le repetía que llevaba un tiempo acomodarse a la nueva vida después de la escuela, adaptarse a los cambios, pero Izuku ya iba por su segundo año sin empleo, sin nada de nada. Más soltero que un vagabundo.

¿Qué no había un poquito de suerte para él? ¿Qué hizo mal? ¿Dar de comer a los perros de la calle, dejarse robar por un anciano pobre, comprarle comida ─con el dinero que le daba su madre─ a los niños? ¿Preferir Denki El Rayo en vez de Lengua de Rana?

Encendió la televisión dejando de que insultar a la vida, buscando el canal donde iban a trasmitir Pelo de Verano, una película protagonizada por All Might. Sacó el celular y le envió un mensaje a su madre para avisarle que viera la película que, sin duda, será excepcional.

Estaba echado sobre su cama con el estómago tendido en ella, esperando ansioso que comenzara la voz gruesa y animada de All Might diciendo «¡No te acerques demasiado a la pantalla!» para dar lugar a la película.

Afuera llovía. Con ese clima no podía ir a hablar con el barman, tampoco salir a correr durante la noche, y muchos menos ir Accesorios y objetos Creativy por una pala para poder cavar su tumba en el patio. Era imposible cuando llovía. Porque durante esas noches los dioses sucumbían a la tierra. Según lo que decía su madre.

Por mucho que dijeran que los dioses aparecían en el mundo, simplemente no lo creería. Si de verdad un dios bajaba desde su trono, ¿por qué nadie hablaba de ello? Sólo los ancianos decían que un dios siempre caía, pero que después de la lluvia se lo llevaba.

Izuku no lo entendía. ¿Para qué bajaban en realidad?

Un dios. Sí, claro. Como si aquello fuera verdad. Izuku iba a creérselo cuando cuya deidad se le apareciera frente a él y le otorgara suerte divina. De otro modo, los dioses no existían.

El teléfono sonó. Y la lluvia se hizo mucho más densa. Izuku entrecerró los ojos mientras pensaba qué hacer. Pelo de Verano ya estaba por comenzar y por nada del mundo se perdería el inicio. Pero también debía atender la llamada, pues nunca le han llamado su numero fijo.

Sólo necesitaba un milagro.

—La programación de hoy queda cancelada por problemas técnicos.

—¡Eso no es un milagro! —gritó al ver que la pantalla quedaba en negro.

Lloró por la película que no iba a poder ver. Santo cielos, ¿tanto mala suerte tenía? Ahora más que nunca afirmaba que la vida era una perra con él.

El teléfono volvió a sonar.

—¿Por qué no me cortan la línea también?

Si ya le fastidiaron su noche, no sería tan malo que el teléfono dejara de sonar.

Además, ¿quién le llamaba? Los únicos que sabían su número fijo era su madre, la vecina, y Denki El Rayo. Nadie más. Sabía de antemano que no era del bar, ni mucho menos la vecina, y menos que menos su madre a quien le hablaba por el móvil.

Un trueno azotó el cielo, tan es tridente y fuerte que le surtió escalofríos. Decidió ir a la cocina a beber algo y de paso contestar la llamada. Pero mientras iba de camino hacia allá, pensó en la mujer del aro.

Izuku no era fan de las películas de terror, las odiaba, por eso imaginarse que la mujer con el rostro tapado por pelo fuera la quien le estuviera llamando... Jadeó deteniéndose en el umbral de la cocina.

Vamos, que no podía ser eso, se dijo mirando el teléfono que se había quedado en silencio.

Volvió a sonar. Izuku sintió que las piernas le temblaban y el corazón se le apretaba.

—No tengo miedo —dijo yendo hacia el teléfono—. All Might no siente miedo. Yo no siento miedo. —Descolgó con las manos temblándole—. ¿H-hola?

Esperó quizás bastante tiempo para su gusto. No se oía nada más que un fino silencio a otro lado.

—Buenas noches. ¿Quién me atiende?

Una voz de mujer tan elegante y educada. Izuku parpadeó. No la conocía de ningún lado.

—Midoriya Izuku —respondió mientras su cerebro le decía que era un estúpido por dar su nombre y apellido.

—Bien. Hablo del One For All. El pedido de un Dios ha sido aceptado. ¿Quiere usted recibirlo ahora?

—¿Qué...? —Se calló. ¿Pedido? ¿One for All? ¿Un Dios?—. Disculpe, yo no he pedido nada.

—El expediente dice que ha hecho un pedido hace veinte minutos, señor Midoriya.

Izuku recordó que hace viene minutos estuvo en su habitación.

—Me dice por favor cuál fue mi pedido.

—Suerte Divina.

Lo que sea que haya hecho él para merecer eso no tenía perdón alguno. Una broma, aquello era una vil broma. Pero al mismo tiempo no. Él pidió suerte divina, un deseo que fluyó en ese momento, y la mujer lo sabía y le quería enviar Suerte Divina.

—Está bien —habló luego de ordenar su mente. Si era una broma, entonces sería lo mejor colgar, pero de igual forma respondió—: Puede enviarla esta noche.

—Cómo desee, señor Midoriya. La Suerte Divina llegará a la media noche.

Y colgó. Izuku tuvo que reconocer que fue una buena broma. Se la creyó. Por mucho que haya dicho que las cosas antinaturales era únicamente proeza de la gente mentirosa, en ese momento, mientras llovía a cántaros, se sintió como una de esas personas.

Tomó una bocanada de aire y se fijó en la hora. Once y media. Treinta minutos más para las doce.

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⏰ Última actualización: Apr 08, 2020 ⏰

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