I: Noticias.

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Aún recordaba con algo de vagancia aquel día lúgubre de su vida, fue un 27 de Julio, osea casi 11 años atrás ya, curioso de verdad el como un pequeño niño cumple años el mismo día de la muerte de sus padres, cualquiera le daría el pésame en ese día en vez de una felicitación por un día más de vida pero claro que para el ese fue un capítulo sellado el cual no quisiera volver a abrir jamas, aunque sabe que no podrá evitarlo vive ciegamente en ignorancia oculta por una sonrisa amable y bondadosa para quien le de la cara. En ese día ocurrió exactamente eso, Erick comenzó su mañana despertando en su litera dentro del pequeño departamento que yacía en aquella zona conocida de la ciudad, Brooklyn se conocía más que nada por su falta de trabajo heróico en las calles, claro que en una zona situada a minutos de New York todo ese peso de la ley siempre iría de la mano con un lugar grande y poblado como el antes mencionado, por lo que su día a día era claro, despertar, comer, dirigirse a sus clases diarias de secundaria y volver justo a tiempo para su almuerzo acompañado de sus dos abuelos, la vida del sueño, ¿no es así? Mentira, desde hace tiempo que su vida no mostraba algo de interés en ella pero no era algo que pudiera evitar porque después de todo era su única elección justo ahora. Entonces comenzó la jornada, paso por paso cumplió cada deber de su lista antes de salir hasta la llegada de lleno a la entrada de su departamento, sus abuelos duermen siempre a esa hora, no había razón para despertalos, pensó con algo de anticipación antes de abrir la puerta y solo dio un paso largo por el pasillo de la misma.

Cada día era lo mismo, contar los departamentos uno por uno, del 19 hasta el 1 mientras bajaba las escaleras de aquel sitio y finalmente quedar a la entrada principal hecha con vidrios decorados con distintos tonos de azules asemejando de manera graciosa a una pequeña ave pues el picaporte de su puerta tenía aquella forma triangular parecida al pico de una de estas. - Un detalle de alguien que sabe lo que hace-, dijo en su primer día llegando a ese lugar. Cuando finalmente se vio asi mismo en la calle con el sol cubriendo la acera y a su sombra también sobre esta misma, alzó los brazos, estiró un poco para soltar su primer bostezo del día conforme daba pasos rápidos en dirección al norte, ahí tomaría su primer tren y en dos estaciones era cuestión de adaptarse al ambiente para llegar a su cometido, su escuela secundaria. Miro al frente en su andar viendo con atención aquel suave y tranquilo ambiente que era capaz de presenciar en la mañana, quien diría que se volvía un hueco de ilegalidades al abarcar la noche las calles, sus manos rascaba su cabeza tratando de luchar con los mechones de cabello salvajes que se oponían a ser acomodados con un peine en la mañana, la obstinación lo dominaba pronto si lo hacían verse a un espejo en la mañana buscando una forma de hacer cooperar a su cabello y más era este sentimiento el que lo abarcaba si no podía distraer su cabeza en el proceso, si, distracciones, tenía un par ahora que las hacía resonar en su cabeza, como por ejemplo la falta de un deseo para esa misma noche al arribar a su hogar, ¿tenía que ser un deseo en serio? Nunca entendió esa costumbre y sin embargo la respetaba, así que ahí estaba, pidiendo sus posibles deseos, con cada paso uno nuevo llegaba y con cada paso que dejaba detrás suyo también se desacia de aquello que pensaba no le sería del todo útil o que para el, ya estaba cumplido, -¿terminar la secundaria sin problemas quizás?-, pensó antes de negar con su cabeza rápidamente, siempre tuvo problemas con alguna que otra clase designada pero jamás se vería en su cabeza la idea de fallaría, -¿mudarme? ¿Conseguir novia? ¿Vivir una vida larga?-, más preguntas que poco a poco se desvanecían en el aire mientras caminaba.

- ¿Y que te parece ser un héroe? -dijo una voz peculiar de manera sarcástica detrás suyo-. ¡Pero que va! Quizás no está entre tus planes, después de todo los de tu familia no son del todo fáciles de convencer para unirse a este mundo.
- Cuidado con la mierda que sale de tu boca, quizás no puedes controlarla después y alguien acabe dándote un puñetazo por listo. -respondio Erick, devolviendo aquel claro sarcasmo en su habla a la par que le daba su atención a el contrario mientras paraba su caminar y se volteaba para ver a este.

Esa curiosa persona no era cualquier curiosa persona, desalineado, con prendas sucias, ojos cubiertos de aquellas bolsas poco usuales en alguien que su cuerpo le exigía horas de sueño inmediatas y una chaqueta deportiva un tanto sucia a los costados, Dios, ¿podía tratarse de algún vagabundo? Error, era otro pilar de su vida poco deseado. El nombre de este drogadicto con clara falta de atención en su rostro y todo su cuerpo en general se llamaba Umi, Umi Shiora, su primo y amigo de la infancia el cual disfruta con todo su ser el maltratar a este, entonces uno se preguntara por claras razones, ¿es eso un amigo? Pues Erick no tenía quejas, no era como si sus opciones le dieran más amistades que no fueran el y otros pocos, pero de su familia, solo confiaba en el y unas 3 personas mas en lo que entra en una familia de unas 20 personas.

- Dime Umi, ¿a qué viene la visita? -dice Erick-. Dudo que alguien de tu clase disfrute de venir a un lugar tan poco estético para pasar el rato, ¿o acaso me equivoco?
Umi ríe a la par que su abdomen se dobla hacia adelante con sus manos apretando este, ahí la risa se vuelve una carcajada contundente que le ofrece a ambos un tiempo largo en aquella esquina de la acera con todas las miradas sobre ellos, el azabache lleva su mano al rostro avergonzado por ese comportamiento usual del otro, claro, se trataba de una persona con falta de respeto por los que le rodean, un idiota en su máxima expresión y claro, alguien con una forma muy poco natural de ver las cosas.

- HAHAHA, oh por la mierda, ¿en serio es tan obvio que detesto este lugar que llamas hogar? -dice Umi con sus ojos llenos de un brillo que si se pudiera deletrear de manera rápida, diría "pudrete"-. Pff-- ¡bueno, bueno! Vengo a traerte un regalo claro, y una invitación poco usual, eres un chico grande ya West, te encantará saber que hay oportunidades para alguien de tu talla allá afuera y es por eso que te pido, uhmm, toda tu tarde quizás.
Erick retrocede con nervios reflejados en su rostro, ¿toda la tarde? No, NO, se niega a caer en uno de sus torpes juegos si su idea es hacerlo perder un día de clases entero, se prepara para correr e incluso gritar que es un ladrón de ser necesario pero ya es tarde cuando se intenta cumplir aquel escape, sus piernas se sienten inútiles e incluso el agotamiento lo reduce a una especie de posición débil e insegura de sus pasos, si, su primo había aplicado el uso de su Quirk en el.
- ¡Grandioso! Ahora que aceptaste, ¿qué tal si caminamos un poco primito? -murmura al oído de el americano -.
- ¿Y a donde exactamente? - responde con dificultad Erick con su diestra aferrada con fuerza a el hombro izquierdo del contrario, su mirada se apaga poco a poco, siente que va a caer en un sueno profundo o incluso peor, que va a acabar llorando en medio de la acera, pero cuando cree que todo acabo aquel abrumador sentimiento y sensación por todo se cuerpo había desaparecido con poca suerte. Umi yacía con una sonrisa pura e inocente de mejilla a mejilla que realmente ocultaba una fuerte carcajada sin emociones detrás suyo.

- Solo iremos. . . Por ahí. - dice este antes de pasar su brazo por detrás del cuello del otro y enrrollarse sin problemas por sobre su cuello ahora cual víbora apunto de tragarse a su presa.

Si tuviera que haber sido sincero en ese momento, diría que Umi le generaba un sentimiento absoluto de miedo y de dominio justo ahí, no por su capacidad para fácilmente someterlo ante sus pedidos, sino que al momento de decir eso último en los ojos de este se podía ver algo, casi como un mensaje el cual quería llegar a el pero no podía ser expulsado por su primo de manera honesta solo para no romper su personalidad arrogante. Si, algo se sentía y estaba mal, pero no quedaba otra opción más que aceptar aquello ante la clara presión y curiosidad que lo tenía prisionero ahora.

En ese momento, Erick asintió de manera tranquila y se dispuso a comenzar a caminar aún enrrollado entre el brazo del otro una vez este empezó a caminar. No sabía que era solo el comienzo de sus problemas haber aceptado ese paseo con su familiar.

                  Rising Flame ‹ vol. I ›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora