Prólogo.

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Salgo por la puerta y me despido de mis padres, asegurándoles que todo saldrá bien.

Iré solo dos semanas de vacaciones. Quiero descansar un poco de la ciudad.

Agradezco que mis amigos puedan acompañarme, no sé qué haría sin ellos.

Cuando entro al auto, les sonrío por última vez a mis padres y me dedico a entablar una pequeña conversación con Edwin y Leyna sobre lo que haremos en las siguientes dos semanas.

Mi tío hace rugir el motor del auto, emprendiendo camino hacia la carretera.

Leyna me hace un ademán para que ponga algo de música y empieza a escucharse una guitarra de <<I want to be your boyfriend - Ramones>> . Nuestro piloto empieza a seguir el compás de la batería con sus manos, mientras Edwin intenta entonar su voz con la del cantante, mirando a Leyna.

Todos estamos sumergidos en euforia. Esta sensación me hace pensar acerca de lo que me estoy alejando. De la escuela, las prácticas fuera de clase de la profesora Cannigan, las insoportables charlas del director Kowalski, y, sobre todo de Ryan.

Por fin puedo sentirme libre otra vez, respirar de nuevo.

Disfruto de los autos que pasan a nuestro lado, en lo que mi amiga comenta:

-El, imagino que no olvidaste traer lo que te mencioné ayer.

Ya sé a lo que se refiere, y me apresuro a decirle que tengo todo bajo control.

-Todavía no me comentaron que harán, chicos. - dice mi tío, luego de mirar a mis acompañantes por el espejo retrovisor.

-Tengo planeado hacer una pequeña excursión cerca del lago. Y si Ed se cansa demasiado rápido, podremos tirarlo al agua - le dirijo una sonrisa maliciosa a mi amigo-. También traje unos cuantos juegos de mesa y la computadora, en caso de que nos aburramos de la naturaleza. Pero no creo que haga falta. -Digo, sabiendo que no tuve mucho tiempo para pensar en lo que haríamos.

Nos queda todavía una hora de viaje, y ya me estoy aburriendo. Leyna se ha quedado dormida sobre el hombro de Ed, y creo que él no se ha dado cuenta porque se la pasó jugando con su celular todo el trayecto.

Mi tío aprovecha de contarme alguna de las travesuras que realizaba con sus amigos cuando eran jóvenes, lo cual me saca muchas risas, y me deja pensando en que debería ser más valiente, como él.

Cuando termina la charla, entrecierro los ojos y me dispongo a dormir. Pero escucho un sonido raro, que parece provenir del motor.

-No,no,no,no,no - repite, mientras que le da un pequeño golpe al manubrio-. Lo llevé a reparar ayer. - acto seguido, se dirige a un lado de la carretera para estacionar.

Mi amiga sigue durmiendo, pero noto que el asiento de Ed está vacío. Escucho su voz, que viene de la parte anterior del auto y veo como abre el capó.

Mi tío se acerca con una caja de herramientas y se las pasa a Ed. Observando su cara de concentración, parece que ya encontró el problema, y esto no me sorprende, ya que su familia trabaja en un taller de autos.

Luego de unos minutos, con cara victoriosa, mi amigo cierra el capó y mi tío le dedica unas cuantas palmadas en el hombro.

-Muchas gracias, la verdad que me ahorraste una fortuna en el taller.

-No hay de qué. Por suerte, no estoy tan oxidado, ya que practiqué unos días con mi hermano. Si no hubiera sido así, le aseguro que no sabría que pieza debería mover.

Comenzamos a avanzar, adentrándonos de nuevo en la carretera. Sin embargo, todo sucede muy rápido.

Veo como se aproxima a nosotros un auto blanco a toda velocidad desde la pista contraria.

Todo se mueve muy rápido, y noto como el choque de los metales produce un gran sonido. Siento un dolor desgarrador en la espalda, provocado por el impacto y grito con todas mis fuerzas.

Intento girar la cabeza hacia donde están mis amigos, pero siento que no puedo mantener los ojos abiertos debido a los vidrios rotos.

De a poco, siento como los ruidos se alejan. Pareciera que estoy a kilómetros de distancia. Pero sé que no es así.

Sé que hay alguien que está llamando a un hospital. Sé que la ambulancia demorará al menos veinte minutos, ya que ese es el tiempo en el cual está el pueblo más cercano. Y también sé que demorarán en sacarnos de la chatarra a la cual mi tío llamaba auto.

Todo se repite, una y otra vez en mi cabeza, hasta que por fin siento que es el momento de despertar, ya que no me queda otra cosa por hacer. Es lo que siempre hago al escuchar las sirenas.

Walking beside you.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora