Unvo, también conocido como el Reino de Lilith. Las más absoluta y completa nada, vacía de vida e incluso de muerte. Oscura y desolada, cuyas dos únicas chispas de luz y compañía eran dos incandescentes luces esféricas con unas pequeñas alas tras suya. En la mayor medida del tiempo, acompañaban a una bella mujer alta y esbelta, de cabellos blancos, con una blusa del mismo tono que tapaba todo su cuerpo a modo de vestido.
La mujer bella como una Diosa, no siempre existió en el Unvo. Antes de ella, no existía nada, todo era una gran masa de oscuridad, hasta que un día la Creación llamó a la Destrucción, y ambos seres decidieron tener una madre para tener alguien a quien querer.
Una gran explosión surgió en mitad de la nada. Grietas en el Espacio-Tiempo comenzaron a desarrollarse mientras estas dos chispas de luz revoloteaban en círculos, creando una potencia y una luminosidad sin igual en aquel llanto de nada. Del cielo fisurado, si es que acaso podía distinguirse el cielo de la tierra comenzaron a emanar pequeñas luces que parecían mecerse por el cielo a razón de un viento que hasta ahora no existía. En el suelo comenzó a nacer verde, hierba alrededor del círculo de luz generado por esas dos chispas. Una pequeña pradera que caía hacia el vacío en el límite. Casi al límite de esta, un pequeño tallo emergió de aquella verde tierra. Al principio tenía dos hojas, luego un tallo grueso, hasta que se convirtió en un hermoso y majestuoso árbol, frondoso y lleno de vida, de cuyas hojas caían gotas de rocío.
Las esferas de luz revoloteaban tan rápido y con tanta fuerza que parecían haberse fundido en un único haz de luz circular. Con la fuerza de su poder habían creado una pradera y habían hecho que naciera un árbol, y sobre estos se había formado un cielo estrellado. Sin embargo, el resto, ajeno a esa pradera, seguía siendo la más absoluta nada. A razón de su poder y la velocidad, comenzaron a salir chispas de electricidad de entre ellos, haciendo que frenasen su torbellino al caer un trueno entre ellos. Había aparecido un huevo entre aquellas pequeñas hadas de luz, una de luz brillante y otra de luz oscura. Parecían que se estaban mirando cuando se detuvieron, y entonces tras una luz intensa, aparecieron dos niños pequeños, de unos cinco años, sustituyendo a aquellas esferas de luz.
"Lafy, Lafy" -dijo un chico de oscuro aspecto, como si solo existiera en su pigmentación una escala de grises, su cuerpo, su rostro, su cabello, todo era grisáceo, diferenciándose dónde estaba su cara o sus ropas por el contorno blanco de estos, que lo perfilaban y dibujaban
"Zely, Zely" -le dio las manos al chico de antes una silueta de aspecto muy similar, salvo por la diferencia de que su voz parecía la de una chica, y su cabello era más largo. Al igual que ocurría con el chico, esta era completamente blanca, y sus rasgos se diferenciaban por el perfil negro que lo contorneaba.
Con la inocente mirada de un niño, miraban aquel huevo que había aparecido ante ellos. Un huevo cuyo tamaño era similar al de ellos. Ilusionados y felices, comenzaron a volar por toda aquella nada, por lo conocido como Unvo, por aquella pradera sin nombre, mientras el huevo descansaba al pie del árbol. De las mano de la chica, comenzaron a salir pequeños haces de luz haciendo así que la vida se formase. Pequeños animales comenzaban a nacer de la nada, ardillas, aves, e incluso algún que otro bicho. Por otra se encontraba Lafy, el chico oscuro, que lanzaba haces de luz negra sobre la nada, creando más fisuras en ellas. Al hacerlo, un hilo de una esencia desconocida se depositaba en el cuerpo de este, pareciendo su aura cada vez más intensa.
"Zely. Toma" -extendió su mano y le dio la mano a Zely traspasando parte de su poder.
"Con esto será suficiente"
En el centro de la pradera, volando Zely sobre esta, juntó sus manos y las extendió hacia el suelo. La pradera comenzó a temblar, incluso el árbol parecía que iba a ser arrancado en cualquier momento. Lafy corrió hacia el huevo y se abrazó a él. Mientras, Zely, con la lengua fuera y una intensa mirada, se fijaba en el suelo. De la tierra comenzó a nacer una enorme flor, unos pétalos de rosa que se arremolinaban con elegancia mientras crecían de la tierra. Tras una primera capa de ocho pétalos, del tallo nacieron nuevos pétalos que envolvieron por encima a los ya existentes. Estos últimos, se ahuecaron de forma que quedó una pequeña cabida entre ellos. Las hojas del tallo se unieron creando una escalera hasta tocar el suelo.
"Lafy. Nuestro hogar" -dijo con felicidad la chica tras haber terminado tal creación. Una enorme flor envuelta en otra más grande.
Lafy se acercó maravillado, mientras sonreía. Voló sobre la gran flor y mirándola con cierta cara pensativa extendió su mano y lanzó un haz de oscuridad que impactó sobre la flor. Zely llevó sus manos a su pecho con cierta preocupación mientras miraba a su hermano, pero enseguida comprendió qué había hecho, al ver como lanzaba el mismo ataque hacia el cielo. Se había formado una grieta fija de la que emanaba una tenue luz que iluminaba el interior de aquel hogar con forma de flor.
Con sumo cuidado, llevaron el huevo en el interior, donde había un pequeño lecho de hierba, que aunque a simple vista no parecía muy cómodo, bien lo era, y al soltar el huevo, esté comenzó a moverse.
"Ya viene, Lafy" -dijo con gran emoción y entusiasmo en su rostro
"Ya viene, Zely"
El huevo comenzó a moverse de un lado a otro, agrietándose cada vez más, hasta que eclosionó y se rompió la tapa de este, destrozándose por completo.
"¡Madre!" -dijo Lafy tras abrazarla
"Es nuestra madre, Lilith"
Una niña pequeña, cuya apariencia hacia ver que era mayor que Lafy y Zely. Sus cabellos eran blancos, y su piel parecía delicada. Tenía sobre su cuerpo una blusa blanca que hacia de vestido, de media manga, y en el pecho un pequeño lazo morado. Con una mirada de ojos violáceos observaba a aquellas pequeñas criaturas que la abrazaban.
"Zely, Lafy" -suspiró-. "Os quiero"
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Creazione y Distruzione
FantasyZely y Lafy. Los primeros hijos de Madre Thesial. La creación de Unvo