Prólogo:

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No sé qué mierda hago aquí, en este pasado de moda despacho con olor a humedad y poca iluminación. En la casa más anticuada del mundo, con muebles viejos y polvorientos, en el vecindario más obscuro de ciudad Costera.

¡Oh! si, ya lo recuerdo, estoy aquí, por la verga de este vejestorio, su gran, gorda y deliciosa verga de alfa, me gusta el gordo pene en mi culo, tanto o más que comer o dormir o incluso mi trabajo y eso que amo mi trabajo pero en verdad amo la verga de este hombre, no es por el hecho que es el único alfa que conozco capaz de follarme. Él tiene la misma mente enferma que yo con una súbita diferencia, a mí no me gusta infringir dolor pero a él sí y mucho más a mí, no, no es por eso...

Si señores Hal Jordan es un puto amaderado que ama la verga más que nada en el mundo, el estremecimiento al momento de metérmela, el ligero dolor y ardor y luego estaban sus brutales embestidas con poco cuidado, ¡Dios eran la puta gloria!

En esta sociedad era mal visto que un alfa como yo, tuviera relaciones con otro alfa, no era la línea natural de las cosas, una vil blasfemia, era anti natural, no era para lo que Dios Lobo nos había creado, ser follado sin el propósito de reproducción, la sociedad era una mierda para personas como yo y como muchos, porque estoy seguro que no soy el único.

Slade Wilson es el otro alfa, el alfa que me tiene sometido contra su escritorio embistiéndome como animal salvaje, el mesón rechinó sus patas al ser movidos por los bruscos movimientos, gemí que parecía más un quejido, sin querer.

El culo me ardía un infierno por el hecho de que entro sin lubricación, no se tomó la molestia de siquiera poner saliva, lo hizo a lo bruto en seco, mi podre culo suplicaba piedad, porque podía jurar que lo había desgarrado, podía sentir la sangre recorrer mis muslos internos y aun así con ese maldito hecho estaba duro como una roca.

Sus gruesos dedos tomaron mi cabello castaño, apretando con saña mis cabellos, prolongando un jalón que hizo tronar mi cuello al momento en que lo jalo más fuerte hacia atrás, mi cuero cabelludo ardió y pico haciendo que aprete los dientes.

— No gimas maldito amaderado, es asqueroso — gruñó a mis espaldas aun con sus grotescos golpes.

— Lo siento — murmure y ahogue un gemido que luchaba con salir de mis labios.

Su mano me empujó hacia la superficie plana, sentí como mi cabeza retumbo al fuerte golpe, era buena madera, dura como roble.

Su mano viajo de regreso a mis caderas, sus gruesos dedos se clavaban fuertemente en mi bronceada piel, la estrangulaba al punto de no dejar fluir la sangre convirtiendo el área en una masa blancuzca y estéril, dolía, como todo lo que él me hacía.

No pude evitarlo lo juro, llego por puro reflejo, aun con todo y el dolor me gustaba la sensación de ser llenado y ultrajado, me corrí intensamente y poco después Slade.

Salió de mi bruscamente, dañando aún más a su paso, solté un quejido estrangulado.

— ¿Te corriste? — pregunto acomodando su ropa — ¿Te viniste? — no vi venir el golpe, la punta de su zapato golpeo directamente mi lastimada entrada, podía jurar que hasta entro.

— ¡Maldito amaderado! ¡Te eh dicho que odio que te vengas! — su pie volvió a golpear mi costado tirándome al suelo.

— ¡Ahora te lo vas a comer y lo quiero limpio! — su maldito pie volvió a conectar, pero esta vez en mi cara.

— Si — respondí a duras penas, el dolor de los golpes era intenso, quemaban y dolían.

Me arrastre como pude por el piso pulido, hasta el pequeño charco de mi cimienta, me incline y comencé a lamer, pero debería saber que Slade no era paciente, mi cara impacto contra el suelo de manera que mi nariz sangro y mis dientes retumbaron.

— ¡Apresúrate! — mis mejillas y boca fueron manchados con mi propia esencia al momento en el que Slade restregó mi cara contra el piso.

—Maldito amaderado — me escupió — Me das lastima, lo único que mereces es una paliza porque te guste tanto la verga — y así lo hizo una serie de patadas llovieron a mi costado, pisotones en mi espalda y nalgas, me dio vuelta con el talón, creo que le gusta ver mi sufrimiento en mi cara.

No hice ningún ruido, ni me queje, ni llore, ningún movimiento para tratar de detenerlo, yo fui el que vino aquí para que me follara, era lo que merecía.

— Ahora ¡Lárgate! No quiero volverte a ver — me dio una última patada en mi ingle, que dolió hasta la punta de mi último cabello. Con las pocas fuerzas que me dieron me levante y acomode mis ropas con dificultad, fue fácil, porque el muy imbécil simplemente bajo mis pantalones junto con mis calzoncillos hasta mis rodillas, tropecé un poco en el proceso de salida, me sostuve de donde pude de la puerta, de la pared, de la gastada barandilla de madera y me cubrí mi costado más dañado.

Trastabille en los tres escalones del porche, mire hacia atrás hacia la descolorida puerta y escupí la sangre acumulada.

— Bastardo — me queje y aprete mis costillas, no prometería que no le volvería a buscar, porque no era verdad, siempre terminaba en su puerta, rogándole que me follara, aunque supiera que terminaría como me estoy yendo, en un mal estado, esta necesidad era difícil de controlar, era mi vicio y mi droga

Alfa en celo ⌠#BatLanternMonth2020⌡Where stories live. Discover now