Capítulo 2:

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El sonido lejano del timbre de la casa y el celular vibrando y bailando en mi mesa de noche, eran estridentes, molestos e insistentes, abrí los ojos con pesar ¿Quién demonios era tan temprano en la mañana?

Solté un quejido cuando traté de levantar la cabeza, me dolía hasta el puto cuello y no me había golpeado ahí, quien sabe que otros lados me dolerían igual.

Chille y solloce al momento de querer sentarme, mis costillas protestaron y mi culo dolía a muerte, con otro quejido me levante, Dios lobo me dolía absolutamente todo.

—¡Ya voy! — grite enfadado, el maldito timbre seguía sonante frenéticamente como si con eso la puerta se abriría más rápido.

Caminaba cojeando, el descanso ayudo para que el dolor disminuyera lo suficiente como para poder caminar derecho, pero no lo den por hecho, aun dolía como una perra, me dolía la ingle, mis costillas y cara, bueno era lo único que recodaba en estos momentos.

Tomé las llaves del platón de la mesa del lado de la puerta, no recuerdo realmente haberlas dejado ahí, y la introduje en el cerrojo, a penas la puerta hizo clic quitando el seguro, cuando esta se abrió mandándome hacia atrás, haciendo que la puerta se azotara y Barry entrara como un demonio de Tasmania a mi corredor.

—¿Barry? — pregunte incrédulo.

El rubio me miro de arriba abajo en un parpadeo, su mirada analítica y critica me analizaron, vi como tomaba el aire suficiente para regañarme, darme el sermón de siempre que iba de como el otro alfa era un completo idiota.

— ¡Dios lobo Hal! ¿Lo buscaste otra vez? — su mirada azulada recorrió la mancha roja de la sangre en mi camiseta y mis jeans sucios de mugre del piso de la casa de Slade, había olvidado que no me había duchado, ni cambiado.

— ¿Qué haces aquí Barry? De seguro para sermonearme otra vez, sabes que no sirve de nada — volví a cojear de regreso a mi sala de estar, me deje caer como saco de papas en mi sillón mullido color crema, no podía doblarme, estaba seguro que mis costillas estaban rotas o si no lo suficiente mallugadas para no poder moverme libremente.

— Tú me mandaste un mensaje anoche, pero ese no es el punto — sacudió la cabeza, sus rubios cabellos se menearon, era un omega hermoso, lástima que no me gustaran los omegas, colocando sus manos en sus caderas, parado no muy lejos de mí, como un fiel soldado amigo— Mírate estas peor que las veces anteriores que te ha golpeado, terminara matándote en una de esas Hal, debes parar — ¿Lo hice? ¿Le mande un mensaje a Barry comunicándole de mi miseria? No lo recordaba, pero mirar a mi preocupado amigo me dolía.

Suspire mirando mis manos en mi regazo, avergonzado, humillado y dolido — Si — murmure tragando el nudo en mi garganta, no, no debía llorar, no merecía esas lágrimas.

— Oh Hal — Barry se dejó caer a mi lado, su cálida mano reconforto mi espalda, tallando de arriba y abajo.

— Alguien te amara algún día amigo — sus palabras dolieron como mil navajas en mi corazón.

— ¿Quién Barry? ¿Quién querría un amaderado como yo? ¿Dime que alfa se rebajaría? — aprete mis ojos retirando las lágrimas de mis húmedos ojos.

— No lo sé Hal, pero abra alguien — me reconforto en sus brazos con un abrazo, aspire su aroma omega, tranquilizante y dulzón.

— Tomare una ducha — dije después de unos minutos en los que me deje mimar por mi amigo omega, Barry asintió ayudándome a pararme, Barry era la única persona que dejaba que me viera tan destrozado.

— Hare el desayuno — murmuro caminando hacia la cocina, sin esperar una respuesta de mi parte, yo solo asentí sin importarme si me vio o no, éramos amigos de toda la vida, ya nos conocíamos de todo, fue a la primera y única persona que le dije cuando fue mi primer beso con otro alfa o cuando follé por primera vez con mi compañero de habitación en la universidad, otro alfa que quería experimentar. Éramos casi hermanos.

Alfa en celo ⌠#BatLanternMonth2020⌡Where stories live. Discover now